Francisco Javier Aguirre. Se habían hecho algunos intentos de trasladar la novela iniciática de Samuel Beckett Mercier y Camier a la escena, pero la versión que ha hecho Rafael Campos, que se presentó el pasado martes, día 6, en el Teatro del Mercado desborda cualquier expectativa y toda realización anterior. Partir sin partir, subtitulada ‘El escaso viaje de Mercier y Camier’, representa un hito en la trayectoria de la dramaturgia nacida en esta tierra.
Si ya de por sí esta obra primeriza en francés del autor irlandés, que mantuvo oculta hasta que le fue concedido el Premio Nobel en 1969, contiene elementos inaugurales de una nueva literatura, el plasmarlo sobre un escenario utilizando un nutrido elenco de actores procedentes de la Escuela Municipal de Teatro es una hazaña singular.
El texto descifrado entre el narrador y los personajes, desglosados en una proyección plural, es de enorme potencia, un anticipo de lo que será inmediatamente la obra dramática y novelesca del genio.
Durante dos horas asistimos al desdoblamiento de los dos protagonistas en múltiples voces y gestos con una precisión impecable, intercalando sus presencias y sus ausencias con las explicaciones del narrador que adopta diferentes roles, incluidos los de tabernero y guardia, desempeñando su trabajo de manera segura, contundente y llena de matices.
En conjunto, la puesta en escena representa un aliento nuevo a partir de una obra que ya puede considerarse clásica, nacida hace más de 70 años aunque conocida algunos después. En todo caso el resultado es espléndido, y muestra la elevada preparación de los alumnos de segundo curso de la Escuela, para quienes se ve venir un futuro profesional prometedor a poco que mejoren las condiciones socioculturales y económicas de este país.
El acompañamiento musical de Jaime López añade sustancia y encanto a la densidad de la propuesta escénica, más allá de su contenido literario, tanto en lo intelectual, como en lo gestual, y lo simbólico.