Fernando Gracia. Unos días antes de que llegue a nuestras pantallas la obra de Christopher Nolan sobre los hechos acaecidos en las playas de Dunkerque, a la postre tan importantes para el devenir de la contienda, nos llega “Su mejor historia”, una película donde esos acontecimientos son recogidos en el guión. Y en este caso por partida doble.
Y es que estamos ante un filme de los denominados “cine dentro del cine”. En este caso se trata de la historia de una mujer contratada para participar en el guión de una película de clara intención propagandística, diseñada para levantar la moral de la población civil, atacada en esos tiempos por los bombardeos alemanes.
La película a cuyo rodaje asistimos viene a ensalzar la acción de una pareja de gemelas involucradas en el rescate de los soldados copados en las playas francesas, bastante tergiversada en aras a cumplir el objetivo fijado desde el Ministerio correspondiente.
La directora danesa Lone Scherfig, afincada en el cine inglés sobre todo tras su éxito con “An education”, cumple sin problemas el objetivo de su película, aunque su desarrollo resulte un tanto irregular, una vez planteado el asunto de por sí muy interesante.
Adereza la historia con las circunstancias personales de la protagonista, lo que le sirve para una mezcla de géneros yo diría que simplemente correcta. Se muestra acertada en la ambientación, ingeniosa en algunos diálogos y previsible en algunas idas y venidas del guion.
En algunos momentos me ha hecho recordar la encantadora película de Stephen Frears “Mrs.Henderson presenta”, esta sí inspirada en hechos reales. Recuérdenla quienes la vieron: la historia de un local del Soho londinenses –The windmill-, que nunca dejó de dar representaciones durante la guerra y que fue pionero en asuntos de destape femenino. Para curiosos les diré que el local aún existe aunque ahora dedicado a otros asuntos.
Y hablando de realidad, me ha gustado una frase de un personaje vinculado al cine en un momento de la película. Viene a decir algo así como que “el cine es la vida real a la que se lan quitado los momentos aburridos”. De hecho, a partir de ese momento ha crecido mi interés como espectador. Hasta he creído –o querido- ver un toque a lo Truffaut. Aquel de “La noche americana”, otra de cine dentro del cine. Salvando todas las distancias que se quieran: de hecho, unas cuantas.
Sobre el competente reparto, adornado por dos interesantes cameos, el de Jeremy Irons y el de Eddie Marsan, sobresale el gran Bill Nighy en un papel hecho a la medida.
No esperen grandes sorpresas, pero sí les garantizo un rato agradable adornado por unos leves toques de humor, aunque se queden algo diluidos por el doblaje.