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La Sección

Francisco Javier Aguirre. A pesar de que el tema de la dignidad de la mujer y de su presencia igualitaria en la sociedad está siendo tratado desde diferentes ángulos, nunca es suficiente. Las estructuras patriarcales y machistas de tantos siglos imperan en el inconsciente colectivo y es necesario seguir trabajando intensamente para desarticularlas.

En esta línea se mueve la última propuesta dramática ofrecida en el Teatro de la Estación, el pasado fin de semana, titulada ‘La Sección (Mujeres en el fascismo español)’. Un texto de Ruth Sánchez y Jessica Belda, que la segunda de las autoras interpreta junto a Manuela Rodríguez y Natalie Pinot, dirigidas por Carla Chillida, en una coproducción de las compañías Teatro del Barrio y A tiro hecho.

El espectáculo combina equilibradamente lo histórico, lo cómico y lo reflexivo. Sobre el eje central de la Sección Femenina del Movimiento, cuyos orígenes y trayectoria se analizan a lo largo del texto, circulan una serie de temas sustanciales en torno al papel de la mujer durante la dictadura, en la transición y en la actualidad. La comicidad es ciertamente cáustica y se apoya en investigaciones de las autoras que ponen de relieve las personalidades de tres mujeres claves durante el franquismo: Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo Redondo, uno de los fundadores de la Falange, y Carmen Polo, esposa del dictador.

A quienes conocieron aquella época, el montaje teatral puede provocarles sentimientos encontrados que, a día de hoy, son en general negativos. Para las nuevas generaciones, la obra es una lección de historia que pudiera exhibirse con absoluto provecho en los últimos cursos del bachiller y en las aulas universitarias. No se trata de resucitar viejas heridas, sino de arrojar luz sobre un período oscuro de nuestra historia reciente.

El desarrollo de la acción es muy dinámico, utilizando el apoyo audiovisual que caricaturiza personajes y situaciones del momento. Al final aparece un guiñol muy efectista representando al dictador en pleno declive. Una escenografía sencilla, pero elocuente, respalda el trabajo de las actrices, que demuestran poseer un fondo físico impresionante, sumado a su capacidad de mimetizar personajes y situaciones con gran verosimilitud.

El coloquio posterior a la actuación por las tres actrices resultó animado y muy clarificador.

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