Dueños del CrossFit Utgard. Antes de nada, quiero empezar diciendo que, con este artículo, no se pretende exteriorizar la rabia o la impotencia que podamos sentir mis dos socios y yo. Simplemente se quieren dar a conocer una serie de hechos que nos han ido sucediendo desde hace más de un año hasta la fecha, de la forma más clara y objetiva posible.
A principios de 2016 empezó a tomar forma un sueño que llevaba tiempo ya rondando nuestras cabezas; montar un Box de Crossfit. Para los que no conozcan este método de entrenamiento/deporte, Crossfit es un método muy completo y funcional, apto para todo tipo de personas, edades y cualidades físicas. Que además fomenta un clima de compañerismo, respeto y salud a sus atletas. Su práctica se realiza en centros especializados, con personal cualificado y un material muy específico, que se aleja de lo que se conoce como un gimnasio de corte tradicional y que, en nuestro caso, además, se acompañaba de venta de material y productos alimenticios para el deporte.
Debe decirse, aunque se obvio, que acometer una iniciativa económica como esta generó una inversión que para nosotros que somos gente joven requirió y requiere un importante esfuerzo y compromiso económico, que sólo hemos podido llevar a cabo reinvirtiendo en ello una importante parte de nuestros pequeños sueldos en otros trabajos. Nos hemos endeudado. Tampoco debe dejarse de decir que nuestra iniciativa, supone un pago de alquiler a un propietario, hemos pagado unas tasas, y ha generado otros puestos de trabajo por lo que contribuye a generar riqueza y a redistribuirla.
En nuestro caso, el lugar elegido para abrir nuestro centro fue la localidad de Utebo. Y aquí es donde empieza toda nuestra epopeya. Elegimos una nave industrial de un polígono de dicha localidad, una de la infinidad de naves que se hallaban, -y se hallan-, desocupadas por la crisis económica.
Al principio no quisieron ni recibirnos en el ayuntamiento, nada más escuchar las palabras “centro deportivo” la negativa era inmediata. Semanas después nos llegaban los primeros rumores de que había intereses escondidos detrás de este contundente desprecio y que incluso, tiempo antes le habían ofrecido a alguien la posibilidad de montar un centro como el nuestro pero Municipal, y por lo visto no llegaron a un acuerdo.
Pero al final parece que dimos en el clavo y conseguimos que nos aceptaran una propuesta de licencia de apertura. Así que, con nuestras tasas pagadas, nuestra licencia en mano y cumpliendo con toda la normativa, abrimos al público con una excelente respuesta por parte de los clientes y de los compañeros que trabajaban en el resto de naves cercanas.
Había algo de discrepancia con nuestra actividad por parte de algún concejal, pero incluso el Excmo. Señor Alcalde pasó a saludarnos y mencionó que actividades como la nuestra eran la solución a un polígono lleno de naves vacías, a la falta de actividad y a la falta de puestos de trabajo. Cabe decir que esto nos enorgulleció mucho, y nos hizo pensar que nuestro futuro estaba asegurado en el pueblo.
Pero, pasado un tiempo nos llegó la primera de muchas notificaciones que nos entregaría en mano la policía local de Utebo. Cual era nuestro asombro al ver que dichas “cartas” iban firmadas por el mismísimo alcalde. En ellas se nos acusaba incluso de actividades clandestinas, y se basaban en “supuestos” registros que la policía local de Utebo había efectuado en nuestro centro, registros que no cuadraban en horas y fechas y con acusaciones que resultaban de lo más inverosímiles.
La argumentación municipal simplemente descansaba en que si bien el planeamiento urbanístico de Utebo permitía vender alimentación y ropa deportiva, e incluso probar esta en las instalaciones, impedía un uso deportivo de la nave para la actividad de “gimnasio”. Dígase que nosotros, siguiendo instrucciones del propio Ayuntamiento, acompañamos a nuestra solicitud o declaración responsable de la actividad una memoria técnica de Ingeniero que decía claramente que entre otras cosas se prestarían servicios del perfeccionamiento del deporte.
Sin embargo, con posteridad a ello, el Ayuntamiento en pleno siglo XXI con la mitad de las naves industriales vacías, y sin actividad alguna, nos venía a comunicar que debíamos cerrar esa nave, perder la inversión efectuada, despedir a nuestros trabajadores, y dejar a todos los ciudadanos que venían a nuestras instalaciones sin su actividad de perfeccionamiento del deporte.
Para ciudadanos normales como nosotros esto resultaba incomprensible. Más allá de que eso no era lo hablado, ya que de haberlo sabido no hubiéramos efectuado la inversión que hicimos en Utebo, uno se pregunta qué sentido tiene actuar con tanta fuerza coactiva contra una actividad tan saludable como un centro de perfeccionamiento del deporte y que no supone ninguna molestia para nadie ni es una actividad molesta o insalubre, y que se ejerce en un polígono industrial fuera del casco urbano.
Si ello descansa en la pura y farragosa normativa urbanística del municipio y en una interpretación restrictiva de los derechos de ciudadano, es obvio que esa normativa y su interpretación no es acorde a la realidad social y va muy por detrás de las demandas sociales de los ciudadanos. Como siempre, nuestros políticos, y en este caso los de Utebo, no dan una verdadera solución a las demandas sociales. Hay una iniciativa económica distinta en el municipio, que promueve la salud y el deporte, que no genera molestia ni insalubridad y parece que es imposible llevarla a efecto porque la interpretación de la norma urbanística, e insisto en la palabra interpretación, conlleva su cierre.
Pero como los golpes nunca vienen solos, en ese mismo periodo de tiempo parece que la mala suerte se nos echó encima, y a parte de problemas varios, a un servidor que os escribe le diagnosticaron cáncer. Esto evidentemente me dejaría un tiempo fuera de circulación y por lo tanto aumentaría considerablemente la carga de trabajo para mis socios. Trabajo que tenían que compaginar con nuestra principal función; intervenir en emergencia en la Ume “unidad militar de emergencias”.
Decidimos entonces que era el momento de visitar al técnico de medio ambiente, ya que sabíamos que era quien estaba detrás de todo este bochornoso asunto. Mantuve una reunión a puerta cerrada con él, y le explique la situación que pasábamos; como parecía entrar a razones le hable mi enfermedad, de nuestra precaria situación económica, le explique que jugaban con el pan de nuestras hijas, que llevábamos media vida sirviendo a nuestro país y que lo único que pedíamos era tiempo para arreglar la situación, una situación de la que seguíamos sin dar crédito.
El señor técnico me dio su palabra que nos dejaría tranquilos hasta que nuestras vidas volvieran un poco a la normalidad, y más después de haberle explicado mi complejo estado de salud. Quince días después de la reunión recibíamos otra notificación, esta vez con amenaza de precinto incluida… todo parecía ya una broma de con cámara oculta, pero era muy real.
El primer intento de precinto fue frenado por nuestro abogado, aun así, días después tuvimos que soportar que un periódico de rango autonómico, publicara una noticia cuyo titular dictaba así: “el ayuntamiento de Utebo precinta un centro de crossfit en su municipio por efectuar actividades clandestinas”.
Sólo nos quedaba la Justicia. Y de momento no se ha conseguido parar el cierre. Y es que a pesar de estar el asunto bajo el Juicio de un Juez, el Ayuntamiento de Utebo ha vuelto a arremeter contra nosotros, precintando nuestro centro de una forma cuya legalidad es algo dudosa y de nuevo basando en supuestas inspecciones que nunca se han llevado a cabo.
Actualmente nuestro centro sigue cerrado, con las pérdidas que ello conlleva, y privando a los habitantes de Utebo y de localidades limítrofes de su servicio. No sabemos si la Justicia nos acabará dando la razón, pero lo que es indiscutible es que en muchos casos, como el presente, la realidad social y las necesidades del pueblo van por un lado, y nuestros políticos y sus decisiones van por otro.