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Cuando ganó España

Fernando Gracia. Borja Cobeaga fue uno de los artífices de la exitosa serie de situación “Vaya semanita”, que se emitió en la televisión vasca en español durante buen número de años, que coincidieron con tiempos duros de actividad etarra.

El valor y el ingenio que derrochó aquel equipo creativo, haciendo humor brillante de la idiosincrasia vasca sin omitir entrar en temas realmente complicados, hizo que aquel programa fuera el espejo en el que se han mirado otras televisiones autonómicas, incluida la nuestra, para programas similares.

Cobeaga, sin dejar sus trabajos de guionista, hizo sus pinitos en la dirección de cortometrajes, alcanzando grandes éxitos con títulos como “La primera vez” o “Éramos pocos”, finalista esta última nada menos que de los óscar. Ese éxito le hizo pasa a la dirección de largos, dejando cuatro o cinco trabajos interesantes, e incluso dos notables como “Pagafantas” y “Negociador”, aunque la taquilla no le fuera demasiado favorable.

Según me contó personalmente el propio Cobeaga cuando coincidimos hace un par de años en el Festival de Daroca, tras esa interesante inmersión bajo el prisma del humor negro que fue la última película mencionada, quiso levantar un proyecto del que ya el título tenía su gracia: “Fe de etarras”, brillante juego de palabras sin duda.

Pero se quejaba el director/guionista que quienes se habían embarcado en financiar éxitos también escritos por él como las de los apellidos vascos y catalanes, no hacían sino darle largas, quizá porque el asunto les parecía “inconveniente” o ”políticamente incorrecto”.

De ahí que finalmente “Fe de etarras” fuera financiado y lanzado por una plataforma de pago, lo que no ha sido óbice para pasarlo a la gran pantalla unos meses después, seguramente tras ver la polémica surgida tras su paso fuera de concurso en el Festival de San Sebastián. Aunque según parece fue más por el polémico cartel que por el tema en sí.

El asunto, planteado de salida promete mucho: cuatro etarras tienen que convivir en un piso franco en Madrid, allá por 2010, a la espera de instrucciones para hacer “algo gordo”. Uno es un riojano veterano, Javier Cámara, dos son pareja amorosa surgida por coincidir en esos menesteres –Gorka Otxoa y Miren Ibarguren- y el último es un manchego que se toma esto como si fuera Steven Seagal o Chuck Norris –el inefable Julián López-.

En la espera tendrán que vivir sin llamar la atención, pero coincidiendo con las semanas en las que la selección española acabará ganando el mundial de fútbol, lo que les llevará incluso a tener que ver el partido con un forofo “ultra español” de manual, encarnado por el siempre solvente Luis Bermejo.

La idea es brillante, la película funciona en líneas generales bien, pero al menos quien suscribe aprecia cierta contención a la hora de lanzarse en picado como lo hacían Cobeaga y sus amigos cuando la cosa estaba mucho más fea en la calle. Algo así como si se hubieran contenido… por si acaso.

A lo mejor es una impresión meramente personal o el resultado de unas expectativas mayores cuando el propio director me contaba hace un par de años el tema de la película alrededor de una mesa que habíamos compartido.

Dicho esto, debo decir que la película es suficientemente divertida como para recomendarla, siempre y cuando tampoco se espere demasiado. Se sonríe, incluso puede arrancar alguna risa, y desde luego está por encima de otras muchas comedias petardas que nos llegan con frecuencia. La lástima, a mi gusto, es que podía haber sido mejor.

Muy entonado el reparto, con unos cuantos secundarios habituales en el cine y la televisión vasca, incluido como no podía ser de otra manera, el gran Ramón Barea.

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