Fernando Gracia. Fiel a la cita con su parroquia Woody Allen nos ofrece su dosis anual. Los que le seguimos desde hace -¡ay!- muchos años esperamos con cierta curiosidad la nueva entrega de su indudable ingenuo.
Luego nos gusta más o nos gusta menos, la comparamos con brillantes hitos de su pasado, a veces decimos que ya nada será como lo fue, pero en el fondo nunca salimos decepcionados.
Y así ocurre en su hasta ahora última entrega, “Wonder Wheel”, cuyo título corresponde a la gigantesca noria que junto a la montaña rusa son los emblemas del viejo parque de atracciones de Coney Island, situado en el sur del populoso barrio de Brooklyn de su querida ciudad de Nueva York.
Arranca la película cual si fuera una comedia, con un narrador que rompe la cuarta pared, y una ambientación propia de tal género. Pero poco a poco el guion nos llevará por senderos entre el drama y el melodrama, con un tono final más bien amargo.
Un socorrista de playa, aspirante a escritor, narra sus peripecias amorosas con dos mujeres relacionadas a su vez con tu tipo tosco, más bien buenazas, que se pone violento cuando lleva alguna copa de más. La leve trama se va desarrollando con suavidad ante nuestros ojos sin que ocurran grandes acontecimientos, pero sin decaer la atención gracias a la habilidad del texto y a la soberbia interpretación de todos los actores del reparto.
El espectador puede advertir cierto parecido con “Blue Jasmine”, a mi modo de ver una de sus mejores últimas películas; y sobre todo la clara inspiración en el universo de Tennesse Williams, eso sí pasado por el peculiar tamiz del estilo Allen, convertido en cierto modo en un género en sí mismo.
No pienso que esta nueva película supere a un buen puñado de otras, como tampoco pienso que el genio neoyorquino lo haga ya nunca más, lo que no quiere decir que no sea lo suficientemente atractiva como para merecer su visión, sobre todo por parte de la legión de seguidores que tiene, sobre todo en Europa.
Quienes no gusten de su cine tampoco creo que se conviertan viendo este nuevo trabajo, claramente dirigido a sus fans, entre los que me cuento. Pienso que ha despachado un buen producto, lejos de sus grandes aciertos y de algunos fracasos, que también los tiene, faltaría más.
Excelente director de actores, puede apuntarse en esta ocasión el tanto de conseguir de un actor como Jim Belushi –el hermano pequeño del inefable John- la que seguramente se recordará como la mejor interpretación de su carrera, en un registro totalmente alejado del que le conocíamos.
Que Kate Winslet esté impecable no es noticia. Ha demostrado en otras ocasiones su enorme calidad y aquí entrega un trabajo merecedor de premios. El guiño en la parte final a Vivien Leigh me ha parecido evidente. Puestos a emular tampoco me parece mal modelo.
En fin: que se agradece que cada año nos inocule en vena una nueva dosis. Unas veces hace más reacción y otras menos, pero cuánto le echaremos de menos cuando ya no esté. No digo cuando se canse porque doy por hecho que el bueno de Woody no se cansa nunca.