Fernando Gracia. Fue una de las finalistas al óscar como mejor película de habla no inglesa. Ya solo por esa razón la presencia en nuestras pantallas de “El insulto” debería concitar el interés de los buenos aficionados, que como repito con frecuencia, haberlos haylos.
Tuve la oportunidad de ver esta producción libanesa en el último Festival de Valladolid, donde fue acogida con entusiasmo, más por el público que por la crítica, que fue positiva aunque como es habitual –y más en este tipo de certámenes- pone objeciones a casi todo.
Y no es baladí lo que digo del público, porque les puedo adelantar que a la inmensa mayoría de personas que la van a ver les va a gustar la película. No les va a dejar en absoluto indiferentes, les aseguro.
El asunto es bien sencillo: un cristiano libanés y un musulmán palestino y por tanto un refugiado, tienen una discusión en una calle de Beirut. Uno insulta a otro y el insultado decide llevar el asunto a la justicia. Lo que comienza como algo de poco alcance se va agrandando hasta convertirse en un problema de estado, metáfora evidente de la situación en la zona, un lugar en el que cualquier incidente, desde el más nimio al más grave, puede desencadenar una escalada de conflictos que no son sino la continuación de un conflicto enquistado desde hace décadas. Y lo que queda…
Se le puede achacar a la película que a veces no sea demasiado sutil o que el discurso sea bastante obvio, pero en líneas generales opino que al director, Ziad Doueiri –del que en España se estrenaron “Lila dice” y “West Beirut”- , no se le va la mano en ningún momento, componiendo una obra incluso atractiva visualmente, que además se beneficia de la espléndida actuación del elenco protagonista, prácticamente desconocido por estos lares.
Una vez planteado el conflicto, que en otras circunstancias no daría para mucho más, el asunto deriva hacia un filme de juicios, donde destaca con fuerza uno de los abogados. Esta fase del filme responde a los más clásicos recursos del género, ya que en el fondo la película es absolutamente canónica en su desarrollo fílmico.
Es altamente recomendable verla en su versión original. Sí, ya sé, esto debería aplicarse para todas las películas. Pero a unas más que a otras, permítanme la licencia. Y este es un caso. Se oyen varios idiomas y la verosimilitud gana oyéndoles tal cual se expresan.
Repito mi absoluta recomendación de esta película, que además les hará tomar partido en más de un momento. Y les dejará la clara impresión de barullo y odio que se respira por aquellas tierras.
No es un filme político, ¿o sí? De hecho, deslindar lo humano de lo político es difícil, y en aquellas hermosas y malheridas tierras, aún más.