Fernando Gracia. En estos últimos años nos han llegado algunas de las películas del italiano Paolo Virzi, muy apreciado en su país: “La prima cosa bella”, “El capital humano” y “Locas de alegría” son las que recuerdo. En todas ellas aleteaba un aire vitalista y una cierta habilidad para moverse entre la comedia y el drama más o menos solapado.
En su primera incursión en el cine internacional, rodando en inglés con artistas no italianos, vuelve a incidir en esa imagen de marca, ofreciendo una road movie sin grandes sorpresas que, eso sí, se ve sin apuro e incluso con agrado en buena parte de su metraje.
Un matrimonio en los setenta, con serios baches de memoria del esposo, se “escapan” con una autocaravana de nombre “Leisure seeker” –título original del filme por otra parte-, con la idea de llegar hasta Key West, en Florida, uno de los lugares donde vivió Hemingway, una de las pasiones literarias del que fuera eminente profesor de universidad.
Como toda película de carretera, funciona mejor o peor según las anécdotas que a los personajes les ocurren por esos caminos de Dios. En esta ocasión, algunas tienen gracia y otras menos, pero en líneas generales resultan lo suficientemente entretenidas como para que la función no descarrile.
Las idas y venidas de la averiada cabeza del protagonista sirven para que avance el guion y nos acabemos enterando de ciertas cosas, lo que sirve para huir de la monotonía a la que la trama podría estar abocada a poco que se descuidara el director.
Salvando todas las distancias que sean menester, se podrían encontrar paralelismos con la multipremiada película de Hanneke de igual título que estas líneas. Aquella con Trintignant y Emmanuela Riva. Y no digo más. A buen entendedor…
La película eleva su nota gracias a la actuación de su pareja protagonista. Donald Sutherland y Hellen Mirren son conscientes de los caramelos que han puesto a su disposición y componen dos interpretaciones soberbias, que como tantas veces recordamos se aprecian mucho mejor oyéndoles con sus voces auténticas.
De la Mirren no hay mucho que decir. Sin duda una de las mejores actrices de las últimas décadas, con buen número de galardones en su haber, que con frecuencia se apunta a blockbusters por aquello de hacer caja –y donde curiosamente siempre sale airosa-, y que en este “Viaje de nuestras vidas” vuelve a demostrar su grandeza.
Sutherland hacía años que no se encontraba con un regalo como este. Aquel soberbio actor de comedia de “Mash”, que fuera el imposible Casanova felliniano, que sobresalía con su “malo” de Novecento, llevaba décadas poniendo el careto en sagas juveniles, películas de ciencia ficción para adolescentes y toda parafernalia de productos de usar y tirar. Y hete aquí que cuando ha saltado la barrera de los ochenta se encuentra con uno de los mejores roles de su vida. Y lo aprovecha, claro. Porque siempre ha sido muy bueno. Otra cosa es que haya podido –o querido- demostrarlo.
No es una gran película, sin duda. Si uno ve el trailer ya casi ha visto la mitad. Cinematográficamente no figurará nunca en listado alguno, pero sí pienso que es totalmente recomendable para gente mayor y, desde luego, no ataca las meninges. En el fondo, cine amable con su puntito.