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¿Y si te pasara a ti?

Francisco Javier Aguirre. Inma Oliver ha presentado durante el pasado fin de semana, en el Teatro del Mercado, un monólogo dramático destinado a mover la conciencia del espectador. En una producción de La Casa Escénica, a partir del texto ‘Guerra’ de Janne Teller, con dramaturgia de Alfonso Plou y Esmeralda Gómez Souto, sobre quien recae la dirección de la obra, una mujer obligada a huir de un conflicto bélico expone su situación.

En el transcurso de una hora –el tiempo que dura el espectáculo– transita de su país de origen al de acogida. Hasta ahí, un caso entre millones de los que lamentablemente ocurren cada día en nuestro planeta. La originalidad del planteamiento consiste en que la mujer es española, el conflicto se ha desatado en nuestro país y el refugio hay que buscarlo en el norte de África, concretamente en Egipto.

Este giro argumental es la esencia de la propuesta. Permite a los espectadores identificarse con el drama de la fugitiva. Acostumbrados como estamos, por desgracia, a la tragedia que afecta diariamente a miles de personas que consideramos extranjeras, en esta ocasión podemos proyectarnos por activa en el conflicto. El título es elocuente al respecto.

Se parte de una distopía, que nadie puede asegurar imposible, explicando el conflicto bélico entre el norte y el sur de España. La gente atrapada en medio tiene que huir. La protagonista denuncia torturas, abusos, crímenes y situaciones insostenibles, calcadas de una realidad lejana geográficamente, pero próximas desde una consideración racional y emocional.

Hay que ponerse en la piel de esa mujer para sentir el aguijón del pánico, el acoso del hambre, la herida del frío y el azote de la incertidumbre. Echar a volar esa acelerada imaginación ayuda a introyectar las sensaciones, a entender visceralmente el problema, no solo desde nuestra atalaya mental, como ocurre a menudo en este proceloso momento histórico que estamos viviendo y como ha sucedido al considerar las desgracias de territorios ajenos, aunque no sean distantes; hoy el mundo es un pañuelo.

La interpretación de Inma Oliver es sincera, inmediata, verosímil, cargada de sensibilidad sin caer en extremos lacrimógenos. Apoyada en recursos escenográficos simples pero eficaces, y con el concurso de unos elocuentes audiovisuales, la pieza dramática consigue su objetivo.

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