Ángela Medrano. Mercedes de Vega acaba de publicar ‘Todas las familias felices’, una novela protagonizada por Teresa Anglada, una mujer que ve cómo su vida de periodista de éxito se desmorona cuando su hija Jimena desaparece en el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid sin dejar rastro. Presa del pánico, Teresa tarda en caer en un detalle: su hija ha desaparecido un 21 de diciembre, el mismo día que lo hizo su padre en 1970. Lo que todavía no sabe es que una de sus antecesoras murió en ese mismo lugar sesenta y siete años atrás, cuando el museo era el Hospital Provincial de Madrid, si bien nunca se encontró su cadáver.
Para recuperar a la pequeña Jimena, Teresa deja su trabajo y emprende una investigación que la obligará a ahondar en el pasado de su familia.
Hablamos con la autora del libro, Mercedes de Vega:
– Una novela que se nos antoja un puzzle, no tanto de personajes, sino de historias, lugares y desencadenantes que la hacen estar entre el género de suspense, la ficción histórica pasando, rozando por el acervo de una saga… Si hay que ponerle etiqueta a la novela, ¿cuál elegiría Mercedes y por qué?
– Bueno… realmente es una saga familiar que comienza en la época de la II República hasta la Guerra Civil –que sería donde comienza ‘Cuando estábamos vivos’-. Es como si dijéramos que ‘Todas las familias felices’ es la continuación y el cierre de ‘Cuando estábamos vivos’. Luego hay un corte en la familia de los Anglada, con la Guerra Civil, y comienza otra vez la aventura con ‘Todas las familias felices’, ¿no? Comienza en el año 1970 con parte de los personajes y está compuesta por dos relatos: el relato de un hombre, en 1970, que emprende un viaje en busca de su pasado y desaparece; luego, el relato de su hija, 33 años después, buscándolo. Realmente, la novela está dentro del thriller, ¿no? De la investigación… de las desapariciones…
– Madrid es sin duda un protagonista más de la trama, un testigo mudo pero constante que parece ser el elemento común e hilo conductor. ¿Puede imaginarse esta historia, estas historias en otra ciudad o además de ser la suya, su ciudad, la razón de haberla elegido es por ser una ciudad que a todos acoge, con sus ilusiones, secretos…?
– Madrid es el escenario principal y fundamental donde se desarrolla la acción. La novela también está desarrollada en el sur de Aragón (zona del Monasterio de Piedra) y en el pueblo de Milmarcos, en Guadalajara, de donde son los Anglada (una familia judeoconversa). Ellos guardan la memoria de quienes fueron a través del Libro de las Genealogías, donde todos los que forman esta familia están registrados. A lo largo de su historia, se trasladan desde Huesca hasta el sur de Aragón, para luego llegar a Madrid, que es donde se desarrolla la historia. ‘Cuando estábamos vivos’ y ‘Todas las familias felices’ son dos novelas urbanas que tienen varias pinceladas con los paisajes del Monasterio de Piedra.
– ¿Podría haberse contado esta historia en otra ciudad?
– Absolutamente no. Es una historia que va atada a los lugares. En esta novela, los lugares son un personaje más. Tienen una importancia vital para el desarrollo de la trama. Les dan a los personajes un recorrido muy interesante. Yo lo he querido plasmar así. Digamos que ‘Cuando estábamos vivos’ es una novela en clave más histórica, mientras que ‘Todas las familias felices’ está en clave de thriller o novela negra. Pero tampoco es novela negra. Es una novela literaria.
– Muchas referencias al arte desde la música hasta la pintura. ¿Qué papel juega el arte en la novela, quizás ayudar a definir las emociones y sentimientos de los personajes, en especial de la protagonista?
– El arte también es fundamental. La novela es una investigación de una mujer que tiene una hija que se pierde en el Museo Reina Sofía. Y no se pierde por casualidad, ¿eh? El museo era antes un hospital donde había muerto una parte importante de su familia. Yo lo que hago es rescatar de la historia el Museo Reina Sofía y hablar de cómo era en el pasado: como Hospital Provincial y como Museo Reina Sofía. Así, Teresa Anglada va a un taller al museo con sus hijas y allí está el ‘Guernica’. Es una obra que habla de las guerras de España. El arte es muy importante tanto en ‘Todas las familias felices’ como en ‘Cuando estábamos vivos’. En ‘Cuando estábamos vivos’ hablo mucho de Goya, de los ‘Fusilamientos del 2 de mayo’ y la importancia de aquella guerra para la sociedad española. En ‘Todas las familias felices’, hablo de la importancia que tiene el ‘Guernica’ para la sociedad española moderna, es decir, establezco un diálogo entre el terror del cuadro y esas mujeres que lloran a sus hijos, por una parte, y Teresa Anglada cuando llora por su hija desaparecida en el museo, donde precisamente se aloja el ‘Guernica’. La novela realmente es un poco circular, ya que siempre nos remite al arte, a las obras, al pasado… También es una novela en busca de la identidad.
– Una identidad en la que cada elemento tiene un significado concreto y que interactúa con el resto…
– Así es, claro. Como son el arte, la historia, los lugares, las construcciones… Otro de los temas que toco es la maternidad en solitario, porque la protagonista es una mujer que ha tenido dos hijas en inseminación in vitro y es un tema que me apetecía tocar: las familias monoparentales y las dificultades que tienen para salir adelante.
– Los finales inciertos e infelices ¿son más reales? ¿más creíbles? o ¿son solo abrir oportunidad a que cada cual reflexione y le ponga cierre…?
– Por supuesto. A veces, los finales no existen. Todo es un conjunto. Pero, así como “Cuando estábamos vivos” es un final duro y difícil porque la Guerra Civil aparece como detonante de una gran crisis social y familiar de la sociedad española, “Todas las familias felices” acaba de una forma más positiva. Pero no por el título, ¿eh? El título está sacado de las primeras frases de ‘Ana Karenina’, de Tolstoi, y es un poco un homenaje a las novelas rusas. Digamos que esta novela también tiene un poco de novela rusa.
– Que sea un final incierto también da pie a que el lector saque sus propias conclusiones.
– Sí, por supuesto. A mí me gustan los finales abiertos, y esta novela tiene un poco un final abierto. Pero es que, así es la vida, ¿no? Dejemos que el lector saque sus propias conclusiones y sea también partícipe de cerrar la historia a su gusto. A mí eso me ha gustado siempre.
– Por último, un mensaje positivo y esperanza para Zaragoza Buenas Noticias…cuando las cosas parecen no ir del todo bien y no se entiende la razón… Complete por favor.
– Siempre hay un camino que recorrer y por descubrir.