Conversaciones con mamá

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Francisco Javier Aguirre. Bajo la dirección de Pilar Massa, Descalzos Producciones ha presentado el pasado fin de semana en el Teatro de las Esquinas una comedia de Santiago Carlos Oves y Jordi Galcerán titulada ‘Conversaciones con mamá’.

La pieza fue llevada al cine por su autor y dirigida por él mismo en Argentina, en 2004, por lo que el argumento resulta conocido para un espectador cinéfilo.

Mamá, interpretada por aquí por María Luisa Merlo, tiene 76 años, y su hijo Jaime, a quien da vida Jesús Cisneros, 50. Él tiene mujer e hijos, una hermosa casa, un coche todo terreno y una suegra que atender. Ella se las arregla sola y sobrelleva su vejez con dignidad. Pero un día despiden a Jaime del trabajo, por reajuste de personal, y el hombre recurre a su madre porque no puede mantener su tren de vida.

Ahí empieza el conflicto. El hijo pretende convencer a su madre de que venda la casa y se vaya a vivir con ellos. Pero la mujer se niega, porque prefiere la independencia y tiene otros planes. Madre e hijo comienzan una y otra vez el diálogo, pero por diferentes circunstancias no logran entablar una conversación fluida acerca de sus vidas, de lo que les rodea y les complementa o aqueja.

Ella sigue abrumada por un pasado no del todo feliz con su difunto marido, aunque recientemente ha surgido la relación con un tal Gregorio (al que alude constantemente, aunque no aparece en escena), lo que invalida radicalmente la pretensión del hijo que hacerle abandonar su vivienda.

La consuegra (también referida con frecuencia e igualmente ausente del escenario) es otra pieza de toque de esta comedia amable, que discurre sin sobresaltos hasta el fallecimiento repentino de la protagonista, que vuelve vestida de negro como un espectro para finalizar la historia con cierto aliento positivo y esperanzador para Jaime, que ha decidido divorciarse y vivir allí, tal vez con Gregorio, que ha quedado desamparado.

‘Conversaciones con mamá’ transita entre la comedia doméstica y la reflexión serena sobre los problemas de la vida, planteando preguntas, más que respuestas. Las interpretaciones son correctas, destacando la de la veterana María Luisa Merlo.

El montaje de Pilar Massa, responsable también de un espacio sonoro donde predomina el tango, aludiendo al origen argentino de la obra, es sencillo, con pausas internas que no llegan a identificarse del todo con el transcurrir del tiempo, pero resaltando los valores poéticos, sin obviar las dosis de realismo, humor, ternura y tristeza que recorren la trama.

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