Fernando Gracia. Hace cuatro años “IDA”, la primera película que conocíamos de Pawel Pavlikowski, no solo ganó el óscar a la mejor película extranjera, sino que se hizo con casi todos los premios en los que competía.
Por esa razón, y tras ser elegido mejor director en Cannes –que no es cualquier cosa- se esperaba con expectación “Cold war”, una historia en tiempos de esa denominada “Guerra fría”, que no habla de asuntos de alta política sino de la vida en Polonia entre 1949 y comienzos de los sesenta.
Filmada, al igual que la citada “Ida” en formato cuadrado y un impactante blanco y negro que refleja el ambiente sombrío de la época, comienza con una pareja de artistas recorriendo el país para recoger muestras de folklore autóctono, con vistas a registrarlo en un disco y formar después un grupo que recorra el país –e incluso salga al extranjero- para mostrarlo a los públicos.
Así, pues, en un principio el espectador parece que va a ver un acercamiento cultural y político a la idiosincrasia musical, pero poco a poco el guion va derivando hacia otro terreno que no es sino una hermosa y dramática historia de amor por encima de todas las dificultades ambientales.
Así, pues, el excelente guion va navegando por diferentes senderos para hablar no solo de amor, sino de cultura, instrumentalización de ella, dictadura, represión política, libertad de expresión y todo ello con un denominador común, su Polonia natal.
No es una película festiva, precisamente, y no viene mal tener un cierto conocimiento sociocultural previo para disfrutarla más intensamente. En algunos momentos me ha recordado algún trabajo de Milan Kundera, por la agudeza mostrando la realidad de la vida bajo una dictadura.
Joanna Kulig y Tomasz Kot componen una impecable pareja protagonista, con nota superior para ella, cuyo personaje evoluciona ante nuestros ojos de manera admirable.
Pude verla en el reciente Festival de San Sebastián, acogida en su sección de “perlas de otros festivales”, donde fue del agrado generalizado de los espectadores, como pude apreciar. Creo haber oído que va a representar a su país nuevamente en los óscar. No dudo que puede llegar otra vez muy lejos.
Recomendable, por tanto, a los buenos degustadores que buscan algo más que un simple divertimento. Los del cine palomitero, mejor se lo piensan. Aunque no creo sea necesaria esta advertencia, ya que seguro la han borrado ya de entrada de sus previsiones.