Francisco Javier Aguirre. Hay ocasiones en las que los contrastes entre los sentimientos profundos y la comicidad superficial producen resultados aceptables. Así ocurre en ‘La valentía’, un texto que plantea la confrontación entre dos hermanas, Trini y Guada, que difieren respecto a mantener o no en pie la casa familiar que en los últimos años se ha ido deteriorando.
Por si fuera poco el destrozo del tiempo, hay una autopista de reciente trazado que cruza a pocos metros del viejo edificio. Cuando se hallan en plena discusión, a Trini se le ocurre contratar a una pareja de hermanos transformistas, Clemen y Felipe, que se dedican a dar sustos a la gente. Pretende con ello aterrorizar a su hermana para que desista del empeño y abandone la casa.
En ese momento aparece otra pareja, unos jóvenes peripuestos que vienen como clientes, porque Guada ha anunciado en una agencia turística la posibilidad de alquilar habitaciones a efectos vacacionales. Los recién llegados tienen aspecto, lenguaje y maneras que delatan algo extraño. En realidad se trata de los espectros de dos hermanos que en tiempo pasado ocuparon la vivienda y que, por lo tanto, son lejanos ancestros de las actuales propietarias.
Con estos mimbres se desarrolla la acción, un tanto premiosa, creando el ambiente incómodo necesario para que Guada desista de mantenerse en la casa. Poco a poco va descubriéndose la personalidad de cada uno de los recién llegados, tanto de los espectros, que pueden corporeizarse a voluntad, como de los socios de la empresa terrorífica, que demuestran tener mayores dotes para provocar la risa que el miedo.
Estefanía de los Santos, como Guada, Inma Cuevas, como Trini, Jesús Barranco, como Clemen, Font García, como Felipe, y los ultrahumanos Natalia Huarte, como Martina, y Francisco Carril, como Martín, componen el sexteto de figurantes que transitan entre los efectos cómicos y una reflexión filosófica en torno a la fugacidad del tiempo.