Fernando Gracia. Con mucho barullo mediático, con premios en los Globos de Oro y sonando para los Óscar llega ‘El vicio del poder’, que bien podría calificarse de biografía de Dick Cheney, político de larga trayectoria, que culminó con la vicepresidencia bajo el mandato de Bush Jr.
Pero no es una simple biografía, sino una reflexión, a veces tratada cual si fuera una comedia humorística, sobre el poder, las formas de alcanzarlo y sobre todo de cómo ejercerlo de verdad.
Salvo unas cuantas secuencias en el segundo tercio donde se acumulan los datos de tal forma que puede resultar complicado seguirla, en el resto adopta un estilo de apariencia ligera, con ruptura de la cuarta pared y técnicas narrativas que no son las habituales en este tipo de películas. Y al director le funciona.
Adam Mc.Kay proviene de la comedia, del humor televisivo sobre todo, pero ya en su anterior trabajo visto en nuestras pantallas, “La gran apuesta” mostró su interés por retratar aspectos de la historia de su país y no precisamente del pasado más remoto sino de anteayer, como quien dice.
Cheney no parecía en principio un tipo excesivamente brillante y desde luego era poco glamuroso. Aficionado a la pesca, se presenta esta actividad como metáfora sobre su forma paciente de esperar su oportunidad.
Impulsado por su esposa –una excelente Amy Adams en la película- nos cuentan que cambió de rumbo, entró en la administración y aunque siempre en la sombra fue escalando puestos hasta alcanzar esa vicepresidencia que, según se opina en la película, ejerció de forma más ejecutiva que ningún otro en tal cargo.
El filme se beneficia de un eficaz montaje y de la soberbia actuación de su elenco, encabezado por Christian Bale, que por encima de otras apreciaciones hace lo que podríamos definir como una “encarnación”. Se mimetiza de tal forma con el personaje que no le ha importado engordar muchos kilos para parecerse al auténtico Cheney. Y ya se sabe lo que aprecian los miembros de la Academia este tipo de sacrificios.
Curiosamente hace unos cuantos años hizo lo contrario para interpretar ‘El maquinista’, de forma que su presencia casi daba miedo y aun se llegó a pensar que había puesto su salud seriamente en peligro.
Sam Rockwell –recuérdenle ganando el año pasado como actor secundario de ‘Tres anuncios en las afueras’- es aquí el presidente Bush hijo y Steve Carrell encarna a Donald Rumsfeld. Ambos están francamente bien, lo que en el caso del segundo no es novedad, ya que estimo se trata de uno de los mejores actores norteamericanos del momento.
Si les gusta el cine sobre intrigas políticas, si además están algo versados sobre las singularidades del sistema de ese país –lo que no es difícil porque es del que más se os habla en los informativos- sin duda la película les gustará.
Si no es así, si no entienden la política de los USA o les trae al pairo y además no les gusta que hablen tanto, mejor se lo piensan.