Fernando Gracia. La sala se llena ante un título que bien podría haber resultado indiferente para la parroquia. Pero el anuncio de que va a ser la última interpretación de uno de los pocos mitos vivientes en el cine, Robert Redford, ha obrado el milagro.
Además han mantenido el título sin traducir, ‘The old man an the gun’. Por lo visto no era de fácil traducción. En fin… Ya se sabe que hay quien piensa que esta estratagema otorga al producto mayor pedigrí.
Al principio se informa que está inspirada en hechos reales. Cuando leo esto me pongo a temblar, porque con frecuencia sirve para colarnos argumentos apenas creíbles, que deberemos aceptar por aquello de la supuesta verosimilitud. En esta ocasión hay algo de ello aunque sin abusar.
Redford se pone en la piel de un tal Forrest Tucker, que tenía por oficio atracar bancos enseñando un arma que portaba en un bolsillo interior mientras exhibía la mejor de sus sonrisas y se dirigía a los atracados con la mayor amabilidad y buena educación.
En principio un asunto para hacer un filme entretenido y este que nos ocupa lo es aunque sin alcanzar grandes cotas. Bueno, en mi modo de ver ni siquiera medianas. Un producto distraído que si no estuviera el bueno de Robert apenas hubiera tenido repercusión.
El filme transcurre por senderos más o menos previsibles y tiene en su encanto de cine añejo una de sus mayores virtudes. Hay que ser un tanto condescendiente para creerse al veterano actor como un personaje de 74 años, que además no cambia en el espacio de tiempo en el que transcurre la acción. Por cierto, e intentando no hacer spoiler, más que discutible la no explicación del tiempo que pudo pasar desde su detención hasta su excarcelación.
Aunque he notado una buena predisposición hacia la película a nivel internacional, pienso que será por la buena imagen que el actor ha tenido entre la afición y la crítica, sin duda merecidas. No en balde ha dejado para la posteridad un puñado de buenas interpretaciones en películas muy interesantes y se ha puesto tras la cámara con acierto, incluso ganando premios. Y sin olvidar su mayor aportación a la historia del cine, la creación del festival Sundance, en brillante idea de ponerle el nombre de uno de los mejores papeles de su carrera.
El reparto se adora con la presencia de Sissy Spacek, ilustre veterana que aún conserva su magnífica sonrisa y su indudable calidad como intérprete. Aquí casi repite su personaje de “Malas tierras” con el que la conocimos hace 45 años, aunque su dejarse arrastrar por el delincuente no llega hasta términos tan dramáticos.
Sin olvidar a Danny Glover, Keith Carradine -cuatro frases en el filme, quién lo diría- y el cantante Tom Waits, al que personalmente prefiero cantando.
Si son seguidores de Redford, vayan a verla aunque solo sea para despedirse. Si esperan encontrar un título a la altura de lo que hizo, allá Vds. Eso sí, aburrirse no se aburrirán aunque tampoco les hará removerse en las butacas. Y como no es larga…