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La Alemania del siglo XX retratada en ‘La sombra del pasado’

Crítica de la película ‘La sombra del pasado’.

Fernando Gracia. El éxito alcanzado con su opera prima, ‘La vida de los otros’, Oscar incluido, hace que los aficionados esperen con interés el nuevo trabajo del director Florian Henckel von Donnersmarck, máxime cuando los avances nos hacen ver que vuelve a hablar de su país, Alemania, con sus avatares políticos.

‘La sombra del pasado’ es ya por sí mismo un título esclarecedor sobre lo que se va a ver en pantalla. Una historia en la que algo ocurrido hace tiempo va a influir en el devenir de sus personajes.

Con una duración bastante larga –tres horas, que uno piensa podrían perfectamente haberse reducido-, el filme viene a ser algo así como un fresco del país germano a lo largo de casi cuatro décadas del siglo pasado, las que van desde mediados los treinta en plena apoteosis del nazismo y finales de los sesenta, ya con el país dividido en dos estados con el añadido del vergonzoso muro berlinés erigido en 1961.

El hilo conductor de la historia es un joven pintor, lo que sirve al director para utilizar el arte como metáfora, con la reflexión final de que su práctica puede ser el mejor camino hacia la libertad.

Bien se puede decir que hay más de una película dentro de ella: la de la primera parte, en la que se narran algunas prácticas eugenésicas y se aborda una vez más la maquiavélica maquinaria nazi, una parte intermedia relativa a la guerra mundial contada de forma esquemática y un tanto naif y una parte final que transcurre en la Alemania Federal, primero sin el muro y luego con éste ya construido.

El filme me ha parecido en casi todo momento bastante entretenido, aunque la impresión general es que la ambición narrativa está por encima de los resultados finales, que pecan con frecuencia de poco profundos, con desarrollos un tanto simplistas y esquemáticos de algunos personajes.

No falta la fácil y tópica ironía alrededor de las vanguardias en el mundo de las bellas artes, compensada por lo positivo de la idea de su práctica como espacio de libertad. Así las cosas la película va navegando entre estilos narrativos, beneficiándose de una exquisita puesta en escena y una más que estimable ambientación.

No faltan algunos toques líricos centrados en la figura de la tía del protagonista, cuyo recuerdo permanece perenne en su memoria y que subraya el director en algunas secuencias un tanto discutibles aunque aceptables por ese carácter literario.

Al frente del reparto encontramos al joven Tom Schilling, muy competente en su papel, acompañado por la hermosa Paula Beer y el que posiblemente sea el actor alemán más famoso del momento, Sebastian Koch, que se diera a conocer entre nosotros en la mencionada ‘La vida de los otros’ y que ya ha participado en famosos éxitos internacionales como ‘El libro negro’, ‘El puente de los espías’ o ‘La chica danesa’, entre otros.

Si les gustan las historias donde pasan bastantes cosas y todo lo que se refiere a la historia europea de mediados del siglo pasado, amén de los melodramas más o menos clásicos, encontrarán un producto interesante en esta ambiciosa producción, no en balde presentada por su país al Oscar de este año aunque no pasara el corte.

Si piensan que van a encontrar un producto tan redondo como la que le valió el premio gordo hace unos años, ya es otra cosa. Aun así, suficientemente recomendable.

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