Álex Puyo. Aragón podría tener su propio santuario solar, una especie de Stonehenge. Eso sí, sin menhires, pero con la belleza natural de las montañas de la Sierra de Guara. A esta conclusión parece haber llegado Álex Puyo, licenciado en historia y apasionado por la montaña, quien, de manera casual durante una excursión por la confluencia del cañón del Río Vero y el cañón de la Choca en Guara, fue testigo de uno de los fenómenos naturales más bellos y, probablemente, más desconocidos: el asoleo.
Durante el solsticio de invierno, que tiene lugar en torno al 21 de diciembre, el primer rayo de sol que ilumina la Ermita de San Martín de Lecina, lo hace a través de un agujero en la roca situado a casi 400 metros de distancia. En el ocaso, los últimos rayos de sol también entran a través de un tragaluz en la cueva de la Mezquita, cercana a la ermita y la que se hallaron fragmentos de cerámica del neolítico.
Presenciar este fenómeno, así como la gran presencia de yacimientos, que hace de la zona un lugar relevante en nuestra prehistoria, hizo a Puyo, apoyándose en su conocimiento de investigaciones de expertos como José Miguel Navarro, investigador de numerosos asoleos en Aragón y reciente ganador de un Premio Félix de Azara de la Diputación Provincial de Huesca, plantearse la posibilidad de que este lugar pudiera ser un santuario de veneración al sol.
Numerosas evidencias
“Además, hay otras evidencias que podrían dar peso a esta suposición. En primer lugar, la presencia de enterramientos rituales en esa zona hasta el siglo IV; en segundo lugar, la repetición del mismo efecto en otras ubicaciones como el Frontón de la Tía Chula en Oliete (Teruel), y en varios lugares de Sicilia o la región italiana de Campania, hacen pensar que esto no es un fenómeno casual”, afirma Álex Puyo.
Asimismo, la propia advocación de la ermita, dedicada a San Martín, un santo conocido por cristianizar lugares de culto pagano, también induce a concluir que en el lugar donde se ubica la propia ermita pudiera ser, antes de su construcción, un lugar de culto precristiano.
Todas estas evidencias, llevaron a Puyo a profundizar en su idea de que la Ermita de San Martín de Lecina pudiera ser ese lugar de culto que bien podría equipararse al escocés Stonehenge. Además, ha puesto su trabajo a disposición del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, desde donde consideran que esta hipótesis es “factible”.
“El objetivo de esta investigación, surgida de forma casual, es tratar de explicar un tipo de culto asociado al solsticio de invierno, como es el de Stonehenge, que debió de ser común en la prehistoria y del que tenemos el primer ejemplo en Aragón, pero también satisfacer la curiosidad de saber si fue esto lo que llevó a nuestros antepasados a pintar con tanta profusión los abrigos rocosos de esta zona”, afirma Puyo, quien estima, además que “la observación de este fenómeno atraería a gente a una zona bastante despoblada y sin demasiado turismo en época invernal como ha pasado en Italia”.