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Diez claves para mejorar la fertilidad humana, según un trabajo publicado por la Clínica MARGen

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No todas las parejas consideradas infértiles necesitan tratamientos complicados y caros y, en muchos casos, un diagnóstico correcto puede dirigir el plan terapéutico hacía métodos más sencillos y económicos.

La fertilidad humana es más limitada que la de otros mamíferos, tanto por razones biológicas, compartidas con otros primates, como por factores sociológicos, relacionados con una tendencia, cada vez más habitual, a retrasar la procreación hasta una mayor edad de los progenitores. Sin embargo, existen métodos para mejorar esta situación.

La clave está en la personalización de los tratamientos, en la adaptación de los métodos diagnósticos y terapéuticos a cada miembro de la pareja. No todas parejas consideradas infértiles necesitan tratamientos complicados y caros y, en muchos casos, un diagnóstico correcto puede dirigir el plan terapéutico hacía métodos más sencillos y económicos.

Un trabajo publicado recientemente en la prestigiosa revista científica  Frontiers in Reproductive Health, por los doctores Jan Tesarik y Raquel Mendoza Tesarik, directores de la Clínica MARGen de Granada, ofrece un análisis exhaustivo de los posibles escenarios de fertilidad de cada pareja e identifica un conjunto de acciones que mejoran su fertilidad.

En el caso de las parejas que acuden por vez primera a una clínica de fertilidad, el primer paso es analizar minuciosamente la historia clínica y personal y la historia reproductiva familiar de ambos. El resultado puede guiar hacía los métodos diagnósticos más adecuados. Simultáneamente, se debe realizar un análisis médico, enfocando tanto a las posibles causas directas de infertilidad como en las comorbilidades  que podrían intervenir. Muchas anomalías de ambos tipos se pueden tratar de una manera sencilla, restaurando la fertilidad natural y evitando así el recurso a los métodos de reproducción asistida.

Qué hacer en el caso de parejas infértiles
El trabajo de los doctores  Jan Tesarik y Raquel Mendoza Tesarik, identifica una decena de claves para orientar a las parejas infértiles en su camino para alcanzar a la descendencia deseada. Estas claves incluyen la historia de infertilidad de la pareja, la edad de ambos, la urgencia de intervenir, los métodos diagnósticos, los métodos terapéuticos clínicos, las técnicas terapéuticas utilizadas en el laboratorio y el seguimiento del embarazo resultante.

Las claves principales para vencer la infertilidad son las siguientes:

Obtener el máximo de información sobre la pareja y realizar su análisis y síntesis. La edad es un factor clave (sobre todo de la mujer), la calidad del semen del hombre, los indicadores de la función ovárica, los resultados de tratamientos anteriores (si existen), y datos genéticos de la pareja y de sus antecesores (en caso de disponibilidad)
A partir del análisis y síntesis de los datos anteriores, hay que decidir el grado de urgencia y el tipo de un posible tratamiento médico (urgente o menos urgente) u optar por una actitud expectante con el tratamiento de eventuales comorbilidades.
Las medidas preventivas son importantes en casos donde uno o los dos miembros de la pareja están expuestas a diferentes tipos de riesgos para la calidad de sus gametos (ovocitos, espermatozoides o ambos). Estos riesgos pueden ser de carácter genético, anomalías epigenéticas, a menudo asociadas con problemas de peso (sobrepeso o un peso demasiado bajo). Pero muchas veces están asociados con el estilo de vida, incluyendo una exposición a sustancias gametotóxicas voluntaria (tabaquismo o el abuso de alcohol o drogas) o involuntaria (exposición a sustancias tóxicas durante el trabajo). La utilización excesiva de anabólicos y otras hormonas para impulsar el rendimiento de los deportistas es otro factor de riesgo. En general, los efectos de este tipo de sustancia son reversibles, y las personas que quieren procrear tienen que parar la exposición durante un tiempo adecuado.
En el caso de tratamiento médico, hay que tomar una decisión sobre su carácter. En algunos casos, los tratamientos relativamente «ligeros» son la primera opción. En otros, los tratamientos más invasivos son más adecuados. Esta decisión tiene que resultar de un diálogo entre el especialista en reproducción humana y la pareja, teniendo en cuenta los argumentos aportados por las dos partes.
El tipo de tratamiento médico tiene que estar adaptado individualmente a la condición de cada pareja. Eso se refiere tanto a los tratamientos clínicos, como a las técnicas utilizadas en el laboratorio de reproducción asistida.
En la mayoría de los casos, la función reproductiva se puede mejorar con el uso de sustancias antioxidantes, tanto en las mujeres con en los hombres. Sin embargo, los pacientes no tienen que «auto-medicarse» porque una selección errónea de un antioxidante o un exceso de su dosis pueden tener efectos contraproducentes. Es por lo tanto importante que el médico determine el tipo y las dosis de las antioxidantes a utilizar.
El seguimiento del embarazo alcanzado en estas parejas tiene que ser realizado, preferente, por la misma clínica que ha realizado el tratamiento. La presencia física de las mujeres embarazadas no es obligatoria, ya que cualquier otro laboratorio, en la zona de la residencia habitual de la pareja, puede hacer ese trabajo siguiendo el protocolo enviado por la clínica.
En caso de recurso a la reproducción asistida, la pareja tiene que estar informada de cada paso a seguir, tanto antes de empezar el tratamiento, como durante su realización. En ningún caso se tiene que rechazar una consulta presencial o telemática a ninguna persona que la pida.
La pareja tiene que estar informada de que su condición es especial, diferente de otras y, a menos de que la clínica que las esté tratando esté de acuerdo, no seguir ningún consejo proveniente de otras parejas, incluso de las que quedaron embarazadas.
Una relación amigable entre el médico y la pareja es esencial. Hay que evitar las banalidades del tipo «tú no puedes procrear sin ayuda de ovocitos de donante». Esto es una mentira en la mayoría de los casos. Por el contrario, hay que explicar que la procreación con la donante es más eficaz y menos molesta para la mujer. Sin embargo, es la pareja es la que tiene la última palabra después de recibir una información exhaustiva.

Fuente Comunicae

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