Rolando Angulo. Este jueves, 13 de octubre, se celebró en la noche, el Rosario de Cristal, que procesionó por las calles, pasando por la Plaza del Pilar, como parte de nuestro orgullo, y devoción, a la virgen del Pilar, como lo hace anualmente desde 1890.
Después de dos años por la Pandemia de la Covid-19, la procesión inicio su camino a las 19,00 horas con una presencia aproximada de unos 3,000 espectadores, y su recorrido fue, saliendo de la la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en la plaza de San Pedro Nolasco, pasando por Santo Dominguito de Val, San Vicente de Paúl, Coso, Plaza España, Alfonso I, Plaza del Pilar (frente a la Basílica del Pilar), Calle del Sepulcro, retomando San Vicente de Paúl, y regresando a al mismo punto de partida, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
El origen de esta procesión se remonta al año 1890, donde se realizo por primera vez, y en él, esta personifica un rosario, en el que las cuentas han sido sustituidas por faroles de cristal. En ella encontramos quince faroles monumentales transportados con carrozas, que son diferentes para cada uno de los Misterios además de faroles de mano: 20 para los Padrenuestros, 200 para los Avemarías, 20 para los Glorias, 4 para las salutaciones y 63 para la Letanía.
Según los organizadores, la única innovación que presentaron este año 2022, es que de los 322 faroles que componen la procesión, 250 llevaron iluminación led, por lo que ofrecieron más luz y con un menor consumo.
Desfilaron las 16 representaciones de los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, para luego observar las carrozas, que sorprenden por su tamaño e iluminación: la que reproduce en cristal la gran Basílica del Pilar, muy aplaudida por los presentes; y para cerrar con la carroza más impactante, la Reina de la Hispanidad, una gran carabela de cristal que evoca el descubrimiento de América; la imagen de la Virgen del Pilar va en la proa de la nave y la vela principal luce en todo su alrededor las diferentes banderas de todos los países latinoamericanos, la parte trasera de la carroza es un retablo clasicista en el que se ve la Virgen sobre su columna en el cielo, rodeada de nubes, y venerada por todos desde la tierra.
La actividad culmino con casi tres horas de observadores, fieles y turistas, que han salido satisfechos de haber participado en un evento anual religioso con gran dimensión histórica, artística, social y cultural.