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Magnetoterapia Biomag: el poder de la energía electromagnética

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La magnetoterapia es una disciplina médica que utiliza la energía electromagnética con fines terapéuticos. Está especialmente indicado en casos de regeneración de tejidos tras lesiones de diversa índole, como: curación de fracturas óseas, recuperación funcional de nervios lesionados, reducción de cicatrices cutáneas, esguinces y traumatismos músculo-articulares

La magnetoterapia también se asocia a enfermedades crónicas como la artritis, la neuropatía diabética y el dolor de espalda. Sin embargo, también puede mejorar el metabolismo celular, la renovación de los tejidos y el flujo circulatorio, favorecer la cicatrización tras una intervención quirúrgica o combatir los síntomas asociados al estrés, como el insomnio.

La magnetoterapia favorece así una aceleración de todos los fenómenos reparadores con acción biorregeneradora, antiinflamatoria, antiedematosa y analgésica.

La historia de la magnetoterapia
El uso de imanes con fines terapéuticos, o terapia magnética, se remonta a la antigüedad.

Durante miles de años, las fuerzas de las rocas ricas en magnetita han sido de interés para el ser humano. Dos mil años antes de Cristo, los chinos y los hindúes ya usaban pulseras y amuletos magnéticos para preservar el cuerpo del envejecimiento, aumentar la energía y aliviar el dolor.

Pero muchos otros pueblos antiguos, como los árabes y los judíos, también utilizaban los imanes por sus propiedades terapéuticas. Ya en los jeroglíficos egipcios se hacía referencia a los imanes.

En la antigua Grecia, se aplicaban anillos metálicos magnetizados para aliviar el dolor de la artritis. Plinio el Viejo (23 – 79), historiador romano, escribió en el siglo I d.C. sobre el uso de imanes para tratar problemas oculares. Galeno de Pérgamo (129 – 216), médico griego, recomendaba el uso de imanes para tratar el estreñimiento y diversos síntomas dolorosos.

Sin embargo, en la Edad Media se recomendaba la magnetoterapia para desinfectar heridas y tratar diversas dolencias, como la artritis, la calvicie y el envenenamiento.

Sin embargo, los imanes adquirieron verdadera importancia con el alquimista y médico suizo Philippus Aurelius Theophrastus Bombastus Von Hoenheim, más conocido como Paracelso (1493 – 1541). Creía que, si los imanes eran capaces de atraer el hierro, también podían atraer enfermedades específicas y filtrarlas del cuerpo. También fue el primero en dar gran importancia al concepto de polaridad y en utilizar los polos positivo y negativo. La idea de Paracelso era que todos los seres vivos poseían una fuerza similar a la fuerza magnética de los planetas: siguiendo las reglas de orientación polar, la aplicación del imán sobre las manifestaciones patológicas ejercería una acción absorbente.

En efecto, Paracelso escribe:

 «El imán atrae hacia sí todos los jugos corporales del hombre que están desordenados. Quien utilice el imán se dará cuenta de que, sin él, no puede hacer nada para combatir muchas enfermedades. Para quienes se dedican a la medicina, es una herramienta única e insustituible. El imán es el rector de todos los secretos de la vida».

Más tarde, a finales del siglo XVIII, el magnetismo terapéutico fascinó a muchos estudiosos. El más influyente fue el médico vienés Franz Anton Mesmer (1734 – 1815), que intentó encontrar curas para las enfermedades mediante el magnetismo mineral. Posteriormente, la teoría que propuso se basaba en la existencia de un fluido universal que, liberado del organismo humano, podía ser canalizado y aislado para su tratamiento médico, al que llamó magnetismo animal.

La terapia que presentaba era la del llamado «mesmerismo». Según Mesmer, existe una influencia mutua entre los cuerpos celestes, la tierra y todos los organismos vivos, que se transmite a través del fluido magnético. Este fluido, sometido a leyes mecánicas desconocidas, podía acumularse en los seres humanos y transmitirse con fines curativos por diversos métodos, como por contacto o mediante una barra de hierro. Por estos medios, para Mesmer, era posible curar enfermedades y trastornos nerviosos.

Eficacia en la población
La magnetoterapia es una herramienta útil para todos los operadores del bienestar: médicos, fisioterapeutas, naturópatas, osteópatas, quiroprácticos, kinesiólogos, reflexólogos y otros.

Adecuado tanto para uso profesional como doméstico, con la modalidad cada vez más extendida «magnetoterapia alquiler«, que da la opción de la utilización de los dispositivos en el propio domicilio.

Al no tener efectos secundarios, la magnetoterapia es apreciada por los pacientes por ser no invasiva, indolora y fácil de aplicar, incluso en casa, optimizando sobre todo los costes y los plazos relacionados con las listas de espera médicas.

Además, uno de sus beneficios más importantes es que reduce, total o parcialmente, los tratamientos basados en medicamentos.

También se utiliza ampliamente en el deporte profesional, pero está contraindicado en los portadores de marcapasos, en las mujeres embarazadas o en los pacientes que sufren patologías cardiológicas/neurológicas graves.

Tratado descriptivo
Los imanes son una fuente de energía que actúa en la estimulación de mecanismos de defensa específicos del organismo.

En condiciones normales, las células sanas representan un campo magnético equilibrado. A la inversa, una disminución del nivel de energía del cuerpo prepara el terreno para la enfermedad.

De hecho, si se produjera un cambio en la carga electromagnética celular, y en ausencia de intervención externa, el estado biológico seguiría degenerando.

La magnetoterapia, como tipo especial de fisioterapia instrumental, es por tanto capaz de influir en los procesos a nivel de la regulación neurovegetativa y metabólica celular.

El objetivo es recargar y regenerar las células privadas de fuerza vital. De este modo, los iones del interior de la célula se ven influidos por las ondas electromagnéticas: la alteración del flujo eléctrico resultante mejora la transformación del oxígeno. Por lo tanto, dicha carga energética, promovida por el campo magnético, activa un proceso de reparación en el organismo.

Al garantizar un mejor suministro de oxígeno, la energía magnética es capaz de estimular el metabolismo de los tejidos y equilibrar los déficits funcionales.

Precisamente por eso, mediante la energía magnética, las células pueden regenerarse y renovarse, recuperando la salud y el bienestar.

En el tratamiento terapéutico con la ayuda de los imanes, es necesario distinguir la calidad energética de los dos polos, polo sur/positivo – polo norte/negativo: los estados inflamatorios con dolor agudo deben tratarse con el polo negativo; viceversa, las patologías relacionadas con la pérdida de energía, con el polo positivo.

Los campos magnéticos pueden dividirse en diferentes tipos, cada uno con sus propias características.

En el campo de la aplicación médica, la primera gran subdivisión se hace considerando los campos magnéticos constantes (generados por imanes permanentes en los que fluye una corriente continua constante) y los campos magnéticos variables en el tiempo o llamados pulsantes.

Estos últimos, a su vez, se subdividen en campos de baja y alta frecuencia. Los primeros son emitidos por un solenoide, los segundos por antenas.

La gama de tratamientos es amplia e incluye: artropatías degenerativas (artrosis) e inflamatorias (artritis, reumatismo articular, artritis reumatoide), tendinitis, retraso en la consolidación de fracturas y sus complicaciones (pseudoartrosis), artrodesis vertebral lumbar, osteoporosis, enfermedades del colágeno y del cartílago articular, traumatismos músculo-tendinosos, edemas postraumáticos y postquirúrgicos, hematomas, reequilibrio del ritmo sueño-vigilia, celulitis.

Fuente Comunicae

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