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En 2023 se cumple un siglo del fallecimiento del pintor de la luz. Con este motivo, el artista recibirá un homenaje a lo largo del Año Sorolla. Estas son algunas claves de este centenario: dónde se celebra y por qué, cien años después, su obra sigue deslumbrando
El Año Sorolla ha sido declarado Acontecimiento Especial de Interés Público, y esta celebración ya ha empezado a tomar forma en ciudades de todo el mundo. Una de las primeras iniciativas ha contado con la colaboración del Museo Sorolla de Madrid, que ofreció la muestra ‘Sorolla. Orígenes’ hasta el pasado mes de marzo.
Entre las exposiciones todavía vigentes se encuentra ‘En el mar de Sorolla con Manuel Vicent’, que podrá visitarse hasta el 17 de septiembre. Presenta un recorrido por el paisaje que el artista supo plasmar en su obra, a través de la voz y los textos del escritor Manuel Vicent, gran admirador del pintor. Esta exposición tiene como complemento perfecto una edición exclusiva de la editorial Artika: ‘El mar de Sorolla‘.
A este homenaje también se ha sumado el MUBAG de Alicante con una gran exhibición que podrá visitarse hasta el 25 de junio, y que incluye obras aportadas por el Museo de Bellas Artes de Valencia, entre ellas ‘Fiesta valenciana’.
El Año Sorolla adquiere alcance internacional con la participación de la Hispanic Society of America, que exhibirá las obras que la institución conserva en Nueva York, entre las que destacan ‘Saliendo del baño’, ‘Niños en la playa’ o ‘Retrato de Louis Comfort Tiffany’. A finales de 2023, la ciudad de Dallas se unirá al homenaje con la exposición ‘Sorolla en las colecciones norteamericanas’.
2023 es un buen año para descubrir por qué un cuadro de Sorolla es mucho más que una obra impresionante por su calidad técnica. Sus paisajes evocan la luz y el calor de un día soleado frente al mar. Esto es posible porque el artista supo experimentar por sí mismo todos esos momentos y, día a día, quiso tomar nota de reflejos, texturas y destellos.
La clave es que antes de aprender a plasmar la realidad sobre el lienzo hay que saber mirar. Sorolla tuvo el acierto de no dejar escapar estos instantes que hoy forman parte de varias obras maestras: «Hay que pintar deprisa, porque cuánto se pierde, fugaz, que no vuelve a encontrarse», afirmó el pintor valenciano.
¿Cómo se aprende a observar un paisaje? ¿Cómo se captan los matices del color del mar en movimiento? La respuesta está en dos ediciones únicas. La editorial Artika, especializada en la creación de libros de artista, ha colaborado estrechamente con la Fundación Museo Sorolla para crear dos obras que analizan el proceso creativo del pintor.
‘El mar de Sorolla‘, antes mencionada, y ‘Los paisajes de Sorolla‘ son ediciones que muestran una faceta poco conocida del artista: los dibujos que le permitieron desarrollar su precisión en el uso del pincel y la mirada espontánea que caracteriza su obra. Aquí están los apuntes del natural con los que forjó su gran libertad expresiva.
Sorolla descubrió que para crear escenas realistas tenía que salir del estudio y analizar la realidad en sus cuadernos. Por eso el pintor recorría caminos, observaba las olas, visitaba ciudades y pueblos y estudiaba el color de los vestidos tradicionales.
Solo así, a través de impresiones directas, se sentía capaz de convertir sus ideas en escenas evocadoras y llena de vida. De este modo, a través de la experiencia directa, Sorolla se convirtió en el gran maestro de la luz.
Fuente Comunicae