Cristina Pérez. / Los campamentos de niño en el Valle de Gistaín despertaron su interés por las montañas y hoy, algunas décadas más tarde, Carlos Pauner es la gran figura del himalayismo y el alpisimo en Aragón. Hace algunos meses consiguió su gran reto: pisar la cima de los 14 Ochomiles del mundo, convirtiéndose así en el cuarto español y el primer aragonés en conseguirlo.
Actualmente, además de continuar con su labor en la Fundación Carlos Pauner, a través de la cual trata de ayudar a jóvenes desfavorecidos mediante el fomento del deporte y todos sus valores positivos, el alpinista está inmerso en una nueva aventura: ‘Las 7 Cimas’. Se trata de recorrerse los cinco continentes desde lo más alto, ascendiendo a sus picos más elevados.
Zaragoza Buenas Noticias ha hablado con el icono aragonés del alpinismo para hablar con él sobre el Pirineo aragonés, conocer cómo se siente al recorrerse el mundo entre paredes y montañas y averiguar más sobre sus próximos proyectos.
-Empezaste a escalar a los 14 años. ¿De dónde te viene tu pasión por el alpinismo?
-La inquietud por el alpinismo y la escalada no me vino de ninguna tradición familiar. Cuando era niño iba a los campamentos de Virgen Blanca, en el Valle de Gistaín, y allí es donde comencé a andar, a conocer el Pirineo y sus parajes maravillosos. Poco a poco fui derivando a lo que es la escalada en paredes, aristas y terrenos más complejos. También, con el tiempo, consigues hacer cosas de más dificultad, visitas otros lugares como Riglos o Jaraba. Luego te empiezas a mover en inviernos y al final es un proceso, vas aprendiendo a hacer lo que hace un alpinista, que es caminar y moverse por terrenos rocosos, nevados y helados. Eso es lo que entendemos por un alpinista, es un proceso largo que lleva muchos años.
-¿Qué sientes por las montañas de Aragón?
-No somos conscientes de lo que tenemos. El Pirineo es una cadena montañosa con una altura amable, no son altas montañas con glaciares, grietas y grandes peligros sino que son unas montañas cómodas, con una altura moderada, los valles están bastante habitados y el acceso es más o menos rápido. Sobre todo tienen rincones y parajes para desarrollar cualquier actividad: senderismo, montaña, escalada… Hay paredes, lagos…Tenemos muchísima suerte de tener el Pirineo a hora y poco de nuestros hogares y de poder disfrutar de unas paredes y de unos lugares que son, insisto, extraordinarios.
-¿Qué opinas sobre la construcción masiva de urbanizaciones en el Pirineo: perjudica al medioambiente o facilita el acceso a más personas a estos parajes?
-Siempre hay que encontrar el término medio y el equilibrio. Por ejemplo, en muchas zonas de Los Alpes este equilibrio no se encontró y sí que se destruyeron valles enteros con teleféricos y urbanizaciones. Yo creo que en el Pirineo aún no ha ocurrido esto, en alguna zona puntual puede que sí, pero el equilibrio que hay que encontrar es que las zonas sean lo más accesible posible para todos, que las personas del valle tengan sus infraestructuras y sus comodidades para poder desarrollar su actividad económica del valle y que no se despoblen las montañas, todo ello teniendo en cuenta que los parajes naturales estén protegidos, como lo están, con unas leyes medioambientales estrictas para preservar lo que realmente es el corazón y lo más importante de nuestro Pirineo. La clave radica en el equilibrio, en poder realizar actividades pero siempre desde un punto de vista respetable medioambientalmente hablando, teniendo en cuenta todos los implicados: tanto la gente que va a disfrutar de su ocio como la gente que vive en los valles.
-No siempre es fácil conseguir patrocinadores para los alpinistas, ¿cuál fue ese punto de inflexión en tu carrera en el que comenzaste a tenerlos?
-Cuando decidí ya en el año 2000-2001 dedicarme a hacer el Himalaya, es decir, dar ese salto definitivo fuera de nuestras cordilleras cercanas e intentar este proyecto de los 14 Ochomiles, el único planteamiento que propuse fue el profesional. Para que el periodo de tiempo fuera razonable, unos 13-15 años, tuve que darle una orientación profesional que de otra forma no hubiera podido ser. Este proyecto pasaba por hacer dos expediciones al año y eso implicaba estar dedicado en cuerpo y alma. Con lo cual lo que tuve que hacer fue sacar las cosas importantes que tiene esta actividad, tanto en valores como en su visibilidad, y plantear una serie de propuestas y condiciones interesantes para las empresas. Así pude llegar a acuerdos en los que las marcas podrían rentabilizar su aportación y su colaboración económica, mediante acuerdos publicitarios, actividades u otras muchas fórmulas que existen. Realmente este proyecto no se ha llevado a cabo sólo por subir los 14 ochomiles sino por darle forma a todo esto, tener en cada momento los apoyos importantes y poder ir avanzando cada año en una y otra montaña, a veces con unos colaboradores, a veces con otros, pero todo siempre de una forma profesional.
-¿Se puede vivir del alpinismo?
-Pasa como en todo, todas las actividades deportivas se configuran como un hobby y luego hay gente que las convierte en su profesión. Pasa en el tenis, en el ciclismo, en el fútbol, y en la montaña también. Realmente no es el terreno más propicio para el mundo profesional porque no se desarrolla en un estadio, ni en nuestro entorno cercano pero realmente en los últimos años sí que hemos podido ver cómo otras personas de nuestro país y de otros países que se han dedicado profesionalmente al mundo de la montaña, al mundo de Himalayismo, con más y en estos casos sí que se puede dar el carácter profesional que tienen otros deportes.
-¿Qué balance haces de tu experiencia en los 14 Ochomiles?
-Han sido muchos años, 15 más o menos, en los que hemos tenido periodos de tiempo de todo tipo. Ha habido años muy buenos en los que todo ha salido fluido, otros años en los que la cosa ha ido peor. He podido conocer a muchísima gente, conocer las montañas del Himalaya, de Pakistán, de Nepal, India, con muchísima profundidad; tengo grandes amigos allí. De todo esto me quedo con todo el camino que hay que realizar para poner los pies en los 14 ochomiles y todo lo que he sacado de esta experiencia. Son montañas en las que aprendes a conocerte en situaciones difíciles y las compartes con diferentes personas. Eso es lo que hace que te llene el Himalayismo, te brinda mucho, y por eso el alpinista busca estas experiencias una y otra vez.
-¿Qué es eso que a los alpinistas os mueve tanto para llegar a arriesgar vuestra propia vida con tal de llegar hasta la cima?
-Hay proyectos que son difíciles y el Himalayismo es el paradigma de ello. Tiene una connotación de peligro que quizás otras disciplinas deportivas no la tengan. Al alpinista, lo que le engancha, es el hecho de poder superar retos imposibles que miden su fortaleza física y mental, su liderazgo, todo aquello que tiene que poner sobre la mesa para poder conseguir una cumbre de 8 mil metros. El mérito que supone que mediante tu esfuerzo, tu superación personal y tu crecimiento puedas adquirir estos logros es algo que compensa en gran medida el riesgo que, en estas montañas, es muy elevado.
-En el año 2003 pasaste varios días desaparecido en Kangchenjunga, ¿ha sido ésta la experiencia más dura y difícil de tu carrera?
-Ha sido una de las peores. A toro pasado y tras conseguir salvar la vida ya lo veo de otra forma pero durante esos días de estar perdido, en medio de la montaña, a más de ocho mil metros, sufrir caídas, congelaciones… Ha sido uno de los momentos más complicados de mi vida. Esa expedición del año 2003 supuso un antes y un después, fue una prueba muy difícil, me aprendí a conocer a mi mismo mucho mejor en una situación extrema y pude comprobar hasta dónde podía llegar y lo cerca que podía estar de perderlo todo. Pasado el tiempo tengo guardados buenos recuerdos y me quedo con lo bueno de haber soportado la altura, de haberme concentrado en algo importante, de haber sabido en cada momento tomar las decisiones más adecuadas. Creo que eso forma parte del bagaje que he recibido como alpinista. El dolor de las congelaciones y de esas noches de frío ya ha quedado más borrado.
-Son muchos los alpinistas que intentan subir las cimas que tú has subido pero pocos lo conseguís. ¿Cuál es el secreto de tu éxito?
-El secreto yo creo que es tener una decisión a prueba de bombas, una motivación absoluta, y una resiliencia, es decir, una resistencia al medio, que es lo que diferencia a los alpinistas que triunfan en el Himalaya del resto que no lo consiguen. No es cuestión de rapidez ni de habilidad, es una cuestión simplemente de resistencia al medio y de concentración mental. El perfil del Himalayista que triunfa es una persona dura, que se adapta al entorno y que camina en cualquier situación: cuando hace calor, cuando hace frío, cuando ha comido y cuando no. Ni es el mejor en roca ni es el mejor en hielo pero sí que tiene equilibrados todos los pilares de su disciplina deportiva.
-¿Te queda algún reto por lograr?
-Siempre quedan retos, el mundo del alpinismo es un mundo eterno. Siempre habrá distintas montañas que subir, rutas nuevas o dificultades que no sean acaban en la altura de los 8 mil metros. Ahora mismo estoy arrancando el proyecto de ‘Las 7 cumbres’. Consiste en recorrer los continentes y subir las cimas más altas, si dividimos América en dos partes, Norte y Sur, e incluimos la Antártida como continente, se trata de ascender a las cumbres más altas de cada uno de ellos. Es un reto apasionante, no son montañas de ocho mil metros, salvo el Everest, que sí que entra dentro de este proyecto. Es un reto apasionante por lo distintas que son las montañas, la logística complicada que tienen muchas de ellas. Voy a dedicar mis fuerzas, mis deseos y mi tiempo van dirigidos hacia este reto. En Aragón no lo tiene nadie y para mí sería un orgullo haber hecho los 14 y ser capaz también de traer a mi tierra este proyecto.
-¿Cuál es para ti el pico más emblemático del mundo?
-El pico más característico y emblemático de todos los que puede ascender un alpinista, y en esto creo que coincidimos casi todos, es el K2. Es una montaña difícil, la segunda más alta de la Tierra, con 8.611 metros. Es una pirámide perfecta de líneas puras y complicadas, un lugar increíble, extraordinario, con lagunas, glaciares y hielos. Creo que es la que más satisfacción da cuando pones los pies en ella.
-¿Y del Pirineo?
-Hay tres montañas que son emblemáticas en nuestra tierra: el Aneto, el Posets y el Monteperdido. Son muy distintas. Una es un macizo grande, mítico, el más elevado de nuestra cordillera, con unos valles muy especiales y muchos ibones. El Posets es una gran mole, una gran masa en una tierra más árida y casi más propia de otro planeta que de aquí y, el Monteperdido, que confiere todas las características de los macizos de calizas con unas rocas extraordinarias para escalar, una altura importante de más de 3 mil metros y, sobre todo, con una grandiosidad en cuanto al macizo en sí, que es limítrofe entre dos valles.
-También te dedicas a la Fundación Carlos Pauner. ¿Qué pretendes con ella?
-La Fundación Carlos Pauner nace como una necesidad propia de devolver a la sociedad parte de lo que las montañas me han brindado a mí. He podido conocer lo que es el mundo del esfuerzo, de la superación personal, del liderazgo. Creo que poder trascender y contar a nuestros jóvenes o a nuestros colectivos más desfavorecidos esas experiencias en clave de liderazgo efectivo, entendimiento, compromiso y superación es parte de lo que yo he aprendido y es lo que tengo que transmitir. Con lo cual la Fundación nace con ese fin, el de ayudar a los colectivos desfavorecidos y a los chavales a que consigan su educación, que es algo fundamental, a realizar programas educativos y unir deporte, valores y territorio, en este caso el territorio aragonés, y que los jóvenes encuentren a través de esta vía del deporte ese camino que a mí me ha dado tantas satisfacciones. Ojalá se pueda hacer extensible a otras personas.
-¿Compartes con nuestros lectores una buena noticia?
-Lo más positivo que tenemos ahora es que hay un cambio de mentalidad en las personas. Hemos pasado unos periodos muy malos y ahora entre la gente se empieza a respirar que hay más alegría en el ambiente, que la gente empieza a emprender proyectos y que podemos tirar adelante. Es lo más importante que estoy viendo en esta sociedad aragonesa últimamente y me siento muy orgulloso de nuestro territorio y de nuestra gente.