Redacción: / Pero precisamente por la cercanía de un ambición largamente buscada, el equipo de Ranko Popovic huye del exceso de confianza, de alardes o frivolidades. La tensión y la exigencia es máxima en la formación blanquilla, que llega al estadio municipal con la firme decisión de sellar su billete a la promoción.
Es verdad que el triunfo en Valladolid, brillante, ha aportado una inyección anímica a la plantilla. Pero esas sensaciones se han canalizado hacia la ambición de encararse con un rival firme y de sólida trayectoria en el Campeonato.
No ha dejado el vestuario, además, de solicitar el respaldo de la afición, que ha de ser el motor que propulse al equipo en este empeño tan complicado como atractivo en el que se ve inmerso el Real Zaragoza. El zaragocismo ha de convertirse en el espíritu, el aliento que el equipo precisa tanto en los momentos buenos como ante las situaciones más comprometidas.
Arropado por la Romareda, el Real Zaragoza confía en firmar este su hueco entre los aspirantes a pelear por el ascenso en la fase de promoción. Es la ambición de un equipo que, de nuevo, se echa en brazos de los suyos, de su público. De una afición con la que quiere volver a compartir felicidad y alegrías. Desde las 18:00, en La Romareda, bajo la dirección del andaluz Figueroa Vázquez.