Fernando Gracia:/ La irrupción hace unos treinta años de Pixar revolucionó sin duda el mundo del cine de animación. Una empresa desarrollada al amor de la tecnología desplegada en las películas de George Lucas sobre las galaxias, devino en una productora de cortos donde se utilizaban técnicas digitales para sustituir a los dibujos tradicionales.
De la mano de un grupo de jóvenes entre los que destacaba John Lasseter llamaron nuestra atención con unos trabajos ingeniosos, imaginativos, empleando unos trazos totalmente inéditos hasta el momento en el género. Pronto llegaría su primera apuesta por el largo y el resultado fue nada menos que “Toy story”. A partir de ese momento el mundo del cine se dio cuenta que las fórmulas empleadas hasta entonces en el género de la animación, normalmente vinculado al cine infantil, estaban llamadas a desaparecer.
Los éxitos sucesivos –“Bichos”, “Monstruos”, “Buscando a Nemo”, entre otros, hicieron plantearse al gigante del género, los estudios Disney, que algo había que hacer. Y haciendo buena la máxima de que si no puedes derrotar a tu rival, únete a él, acabó por comprar las acciones de Pixar y trabajar desde entonces uniendo ambos nombres. Se aprovechaba la posibilidad de distribución y de mercadotecnia del gigante fundado por Walt Disney y la indudable inventiva y capacidad técnica de Lasseter y los suyos.
Y en esa sucesión de éxitos de Pixar nos llega a las pantallas su nueva creación, un filme que no dudo marcará un antes y un después en la historia de los estudios y en el mundo de la animación. Este “Del revés”, que en realidad se titula “Dentro-fuera” supone un golpe de genialidad como hacía tiempo no se veía en el género.
Su “problema” puede ser que la propuesta es tan ingeniosa y con frecuencia tiene tal profundidad que es muy probable que los más pequeños no lleguen a apreciarla. Parece evidente que el filme va a gustar a los más mayores, incluyendo a aquellos como quien suscribe que entra de lleno en esta categoría y se coloca en el vértice de ella. Debo decir que no soy excesivamente partidario a priori del cine de animación, sobre todo por la abundancia de almíbar con la que se nos ha atacado tantos años.
Pero algo me decía, y se ha confirmado con creces a medida que iba transcurriendo el filme, que me iba a encontrar con un producto diferente. Porque una película que se desarrolla en el cerebro de la protagonista, en el que compiten la alegría, la tristeza, la ira, el asco y el miedo, ya de entrada indica que no estamos ante algo trillado.
La habilidad de los guionistas es tal que cuando parece que la fórmula se va a agotar se nos sorprende con más detalles ingeniosos, todo ello sin dejar de lado la clásica aventura, con sus golpes, caídas y demás, que hacen que muchos puedan también disfrutar con esa primera visión de filme de acción.
El camino que abre esta película puede perfectamente ser explotado en el futuro, ya que se podría seguir con edades superiores de la protagonista, aunque no sé si la influencia de Disney permitirá tal deriva.
Curiosamente, el cortometraje que acompaña al largo, como es habitual en la factoría Pixar, me ha parecido más blandito que de costumbre. Brillante técnicamente, pero más propio de Disney. Quizá ahí hayan cedido ante sus nuevos dueños…
La brillantez formal de la película que nos ocupa es absoluta. La duración, la adecuada, y los guiños al espectador medianamente inteligente, constantes.
Una pequeña joya que espero tenga influencia positiva en el futuro de este género.