Jota:/ Contemplamos, sobre fondo negro, un gigantesco guiñol en cuyo centro monta una gran montaña rodeada de verdes prados, y un bosque poblado de muchos árboles iguales que protege el acceso a la montaña.
Sobre la colina se levanta un inmenso castillo con forma de manzana gigante.
Todos los personajes que aparecen son marionetas, cuyo hilo es perfectamente visible para el espectador, y que recorren el gran teatro con pasitos grandes y nerviosos.
Ante la muralla de la manzana se presenta un caballero con pelo rubio y grandes gafas armado con una gran lanza y protegido por una armadura negra.
―¡¡Derribaré las puertas del castillo con mi lanza!! ¡¡ Asesinaré a todo aquel que me enfrente!!―grita el caballero.
―¡¡No cuentes conmigo!! ―le contesta su negra armadura separándose de su cuerpo.
―¡¡Te mataré, desertora! Esta vez será la última que me abandones ―muge el caballero.
―Eso ni lo sueñes, malo delgaducho y endeble ―replica ella.
La coraza y el caballero se separan. El peto se sitúa en el muro de la parte derecha de la manzana y el caballero en la izquierda.
Un círculo en rojizo aparece por detrás de la gran montaña y en ese instante se encienden las luces…
―¡Ya es de día!
El caballero se despereza mientras se sienta en el suelo visiblemente perezoso.
―Ya era hora ―exclama una figura algo pedante de movimientos finos y refinados.
―No sabía qué hacer hasta que despertaseis
―¿A quién voy a tener el placer de asesinar?
―Oh. Jajajaja, qué gracioso sois, soy el malo, el malo auténtico y original y he venido a destruir las murallas de la manzana y matar a…
―Un momento, yo también soy el malo, malo usurpador y secundario. Seréis malo pero yo llegué primero. Por cierto, ¿cómo vais a asaltar la manzana?
―Oh, sólo es un boceto pero encontraré el punto más débil de la manzana. Calcularé piedra a piedra el índice de resistencia y daré con el punto más vulnerable. Cuando lo encuentre vos lo atacaréis y el muro será historia
―¿Pero vos no erais el malo? ¿No puedes hacerlo solo?
―Soy el cerebro de la maldad, vos sois el brazo armado, el cerebro piensa y el brazo ejecuta ¿Entendéis?
―Sí, claro que sí. Iré a ver mi armadura. A lo mejor se le ha pasado ya el cabreo…
Fin de la primera parte…