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Como nuevo

El placer de viajar en bicicleta
El placer de viajar en bicicleta

Nicolas Abancens:/   Acabo de regresar de un pequeño periodo vacacional y tengo que decirles que he vuelto nuevo. Pocas veces, en un periodo tan corto, han sido sólo nueve días, he podido disfrutar al mismo tiempo de casi todas las cosas que más me gustan: la compañía de mi mujer y mis amigos, la práctica de la bicicleta, conocer paisajes nuevos y por supuesto degustar buenas cervezas, cómo dejar de hacerlo en Alsacia y el Alto Rin. Solo faltó la lectura, los días no daban para más.

Conocer otros lugares a ritmo de pedal, sin prisas y en buena compañía es, para mí, uno de esos pequeños placeres que dan sentido a la vida. Les parecerá una tontada pero la bici no solo me transporta, me integra en la vida de allí por donde paso, la perspectiva con la que observo las cosas es, cómo les diría yo, una mezcla entre forastero y gente del lugar. Un auténtico milagro, la bicicleta consigue que no me sienta extranjero en ningún sitio.

Atravesar, a su lomo, las fronteras humanas y comprobar que el otro lado es exactamente igual al que acabas de abandonar, te afianza en la idea de la necesaria hermandad entre las gentes. Más si cabe, cuando estás recorriendo caminos plagados de restos de lo que fue la Línea Maginot, testigos mudos de las atrocidades que las guerras producen.

Y aunque uno está de vuelta de muchas cosas, he de reconocerles que cuando, en Estrasburgo, visitamos las sedes del Parlamento Europeo y del Consejo, ese europeísmo que creía casi perdido, se removió en mi interior y pensé que aquellas maravillosas ideas que alumbraron la creación de una Europa unida, merecen que sigamos peleando por ellas, sobretodo en este momento en el que a los mandamases solo les importa los beneficios de unos pocos, aunque sea a costa del sufrimiento de la mayoría. Hoy más que nunca es necesario defender aquellos ideales que perseguían una Europa justa y solidaria, libre y democrática.

alsacia_stein_taza_de_cerveza-r003ed22b3d214b068d4ac25ed14a9b85_x7jsr_8byvr_512Bueno no quiero ponerme estupendo, así que cambiemos de tema y como creo conocen mi incondicional gusto por la cerveza, acabaré este artículo recomendándoles la cerveza alsaciana, sobretodo la roja, muy suave y agradable al paladar. Pero que no sufran los amigos belgas, que todavía me siguen gustando más las suyas.

 

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