Marta Plano. / Los drones o vehículos aéreos no tripulados mostraron su máximo esplendor a finales del siglo XX en el mundo militar. Su capacidad para ofrecer imágenes aéreas sin hacer peligrar la vida de ninguna persona les convirtieron en herramientas imprescindibles en escenarios como la Guerra del Golfo o la Guerra de Bosnia.
Sin embargo, sus aplicaciones han traspasado el campo militar y se han convertido en los grandes aliados de montañeros perdidos o víctimas de catástrofes naturales, para quienes escuchar el motor de un dron tras horas o días de aislamiento es un soplo de aire fresco que les devuelve a la vida.
En la provincia de Zaragoza la utilidad de los drones abarca prácticamente cualquier campo: búsqueda de personas en grandes áreas, atención y visualización de zonas de riesgo, incendios en industrias, topografía, agricultura de precisión, control de plagas y agua, etc.
Aragón es pionera en impartir formación en pilotaje y reparación de drones a través de cursos como los que ofrece SRF Profesional. Santiago Cuesta, director de formación de dicha empresa, asegura que “en cuestión de meses habrá una gran demanda por parte de las empresas de pilotos y copilotos de drones, puesto que, aunque las empresas todavía no han demandado drones, en cuanto vean las capacidades reales de estos aparatos querrán emplearlos independientemente del campo profesional al que se dediquen. Nos acostumbraremos a ver pilotos y copilotos de drones trabajando en industria, revisiones de aerogeneradores, en emergencias, en seguridad… casi en cualquier ámbito”.
Según Cuesta las estadísticas e informes muestran que el ámbito en el que más se utilizarán los drones a corto plazo es en el de seguridad y emergencias, donde el cambio en la forma de trabajo será inmenso: “En búsqueda de personas en grandes áreas podremos ir por la noche con las cámaras de visión nocturna del dron. Ésta es solo una de las ventajas que ofrecen frente a los sistemas tradicionales de rescate, pero el principal beneficio es que todo redunda en un mejor servicio para la población a la que tenemos que ayudar”.
En estos casos para localizar a una persona de la que se desconoce su paradero el dron se eleva hasta un kilómetro y medio para realizar un primer visionado en el que la cámara térmica gira 360 grados. Cuando se localiza un punto de calor se hace descender el aparato a una altura de entre 300 y 400 metros, de modo que la imagen muestre una figura humana definida. Una vez que se ha localizado a la persona se envía un helicóptero para realizar el rescate.
“El helicóptero aun así es insustituible, pero la imposición al riesgo de las personas desciende muchísimo puesto que los equipos de rescate que van en helicópteros afrontan un riesgo muy importante. Ellos no solo buscan, se posicionan, encuentran y evacúan. De este modo los drones pueden hacer la búsqueda y el geoposicionamiento de manera que los costes de mortalidad bajan, y la exposición al riesgo también. El único coste que aumenta es el económico dado que hay que sumar el coste del aparato y de los seguros”, comenta Santiago Cuesta.
Para formar a sus alumnos SRF Profesional ofrece cursos que incluyen teoría y práctica en el aeropuerto de Huesca. Sin embargo, el curso de piloto de drones con especialidad de emergencia, homologado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y de una duración de 180 horas, incluye dos días de prácticas en el Canal de Aguas Bravas de Zaragoza.
El director de formación de esta empresa comenta que “aprender a pilotar un dron tiene su dificultad, pero se aprende con una didáctica novedosa en la que ‘se va de 0 a 100’ en muy poco tiempo. Es mucha tecnología comprimida en un aparato muy pequeño con el que se pueden hacer muchas cosas, como ocurre si nos dan un smartphone sin saber utilizarlo, al principio cuesta un poco pero se aprende rápido a manejarlo”.
Los alumnos que realizan estos cursos, según Cuesta, “tienen perfiles de lo más variado, desde técnicos de emergencias hasta ingenieros agrónomos, aparejadores, técnicos de imagen y sonido… y cada uno encontrará una aplicación para su titulación de piloto en su campo profesional.” Un caso excepcional es el de los pilotos profesionales, que pueden obtener su licencia de piloto de dron sin realizar la prueba teórica.
El interés despertado en diversos sectores por los drones es tal que varios países se plantean renovar o mejorar su legislación sobre el uso de drones, puesto que incluso se ha llegado a plantear un ‘periodismo de drones’ que facilite la labor de los periodistas en la búsqueda de noticias y grabación de imágenes.
Uno de los últimos casos en los que España ha empleado drones fue en la investigación del incendio que tuvo lugar en una fábrica de Burgos el pasado mes de noviembre. La Policía Científica empleó estos aparatos para averiguar qué pasó, si el fuego fue provocado o un accidente, y en qué punto comenzó. En este caso los drones permitían no solo conseguir un punto de vista privilegiado entre los escombros, sino localizar puntos calientes gracias a las cámaras térmicas.
Actualmente en España las operaciones con drones de menos de 150 kilos de peso al despegue están reguladas por el Real Decreto Ley 8/2014. Esta regulación ha llegado con años de retraso con respecto a países como Estados Unidos, aunque según los expertos como Santiago Cuesta, los drones han llegado para quedarse.