El fin de la primera guerra carlista
Diego Medina Ruiz:/ Con el acuerdo de paz de Vergara entre los generales Maroto (carlista) y Espartero (liberal) se pensaba terminada la que a la postre fue la primera guerra carlista.
Pero no había acabado todavía para todos, el Conde de Morella, envalentonado y con el ego por las nubes siguió resistiendo en su reducto del Maestrazgo. Poco duró la resistencia porque el ejército liberal pudo centrarse en un solo frente y Baldomero Espartero, recién investido Duque de la Victoria, envió a todas sus fuerzas al Bajo Aragón a sofocar los restos de carlismo.
Cabrera, creyéndose invencible, decidió llevar la lucha todo bajo su persona y eso trastocó su salud. Mientras el Duque de la Victoria se instalaba en Mas de las Matas e iba paulatinamente recuperando territorio para la reina regente, el Conde de Morella guardaba cama, enfermo. En las crónicas sólo se habla de que el general padecía una “enfermedad nerviosa provocada por dos disgustos”. Con toda probabilidad, el tortosino sufrió de estrés y de ansiedad.
Asi pues, mientras el ejército liberal fagocitaba poco a poco su territorio, Ramón Cabrera, agotado y enfermo, ponía rumbo a Francia junto a algunos de sus fieles camino del exilio. El día 6 de Julio de 1840 cruzaron la frontera y se entregaron a las autoridades francesas.
El exilio francés
Tras pactar la rendición y ser separado de sus tropas, Ramón Cabrera (todavía convaleciente) fue conducido a Perpignan para ser interrogado. Después estuvo preso en Ham y en Lille. Luego pasó por Paris, Nîmes, Montpellier y Avignon hasta recalar en Hyères y recobrar ya su total libertad. En Junio de 1841 marchó a vivir a Lyon.
Durante esa época fue ayudado económicamente por los legitimistas franceses y también recibió una pensión del Estado Francés. Durante esos años se dedicó principalmente a recuperar la salud y leer obras militares.
En 1845, al otro lado de los Pirineos las cosas habían cambiado mucho. La regencia de Espartero terminaba abruptamente y la hija de Fernando VII era declarada mayor de edad. Por otro lado, su tío Carlos abdicaba en su hijo Carlos Luis de Borbón, Conde de Montemolín.
Nueva estrategia. Els Matiners
Con la nueva reina Isabel II desde algunos sectores moderados defendieron la idea de lograr reconciliar las dos facciones mediante el matrimonio de la reina con su primo Carlos Luis. Por ello fue, que Carlos Maria Isidro abdicó en su hijo. Sin embargo, en 1846, Isabel II se casó con su también primo Francisco de Asis, llevando al traste el proyecto de integrar a los carlistas en el liberalismo mediante este matrimonio.
Paralelamente, aparecieron focos de insurrección en el norte de Cataluña causados en gran medida por la crisis económica que atravesaba el principado. Con la coyuntura, a Carlos VI le presentan como un rey liberal contrario a los desmanes que han llevado a España, y en particular a Cataluña, a la ruina. Nada que ver con las ideas absolutistas anteriores. A Ramón Cabrera, sus siete años de exilio galo le han cambiado y comparte esas proclamas. Decide unirse al año siguiente.
Sin embargo, la situación ya no es la misma que en 1833 y todo fracasa. La revolución burguesa de 1848 ha terminado con el reinado de Luis Felipe de Orleans, los focos no van mas allá de Cataluña, el tortosino no fue capaz de llegar al Maestrazgo. Por otro lado, los catalanes, ahogados a impuestos no querían pagar además la causa carlista al igual que el resto del norte (Navarra, Pais Vasco, Galicia…). El 4 de abril de 1849, el Conde de Montemolín es detenido al entrar en España y el 29 de ese mismo mes, otro Conde, el de Morella, entraba en Francia y se entregaba a las autoridades. La guerra terminaba en mayo de ese mismo año.
La vida en Londres. De Conde a Lord
Mientras el Carlismo empezaba dos décadas de crisis, Ramón Cabrera fijaba su residencia en Londres. Allí se hizo famoso pero no por sus éxitos militares sino por su relación con Marianne Catherine Richards, una joven heredera de una gran fortuna.
Se casaron en 1850, mediante el rito católico primero y por el protestante después (por la novia).
Desde Londres, Cabrera mantuvo contacto con la disidencia carlista en el exilio y tras la muerte de Carlos Maria Isidro se entrevistó con su hijo Carlos Luis pero en España mandaban los progresistas y el exilio en Francia y el parlamentarismo inglés habían calado en Cabrera. Por otro lado, no juzgaba bien organizados los intentos de insurrección que preparaban así que se limitó a donar dinero.
En 1854, el matrimonio se trasladó a Wentworth, una finca a las afueras de Londres y Cabrera se dedicó a su hacienda haciendo caso omiso a las llamadas de la Comisión Regia Suprema. Tras la muerte de Carlos VI en 1861, la duquesa de Beyra centra los intentos de sucesión en su nieto Carlos VII. Nuevamente llamaron para la causa a Cabrera pero Carlos VII le pareció un joven demasiado fogoso y desconocedor de la situación actual del país (revolución de 1868) además de desconfiar de sus mentores, demasiado anclados a su parecer, en el pasado. A pesar de sus insistencias continuas, Ramón Cabrera acabó por dimitir definitivamente.
En 1875, con la llegada de la Restauración a Cabrera, previa aceptación de Alfonso XII como rey se le mantuvieron sus grados militares y títulos nobiliarios concedidos asi como las prebendas que de éstos derivaban. El Conde de Morella nunca llegó a disfrutarlas porque murió en Wentworth el 24 de Mayo de 1877. Esta es la historia de cómo un seminarista de Tortosa llegó a poner en jaque a todo un ejército, crear un reino en el suroeste peninsular y terminar sus días como un acomodado Lord en Inglaterra.