Fernando Gracia./ Pero poco más llegó a nuestras pantallas de este director danés, hasta que ahora lo hace “Corazón silencioso”, drama sobre el derecho a programar la propia muerte, tema nada amable como se puede suponer, que el director lleva adelante con buen oficio y sin caer en estridencias, lo que es de agradecer.
Un matrimonio reúne en su casa de campo a sus hijas, que llegan acompañadas de sus parejas amén del hijo de una de ellas para celebrar la Navidad en verano, que no será sino la última reunión familiar antes de que la madre se suicide. Acompaña al grupo una vieja amiga de la señora. O sea que de entrada estamos ante otro filme de reuniones familiares, subgénero muy habitual en las comedias, aunque en este caso sirva para un género totalmente diferente.
Un guion correctamente estructurado permite al filme abordar varios aspectos de la cruda situación, en la que se plantean más preguntas que soluciones, todo ello bajo un prisma muy propio de los países nórdicos, o sea bastante alejados de los habituales en nuestros países mediterráneos.
El director intenta en todo momento no excederse en tremendismo y lo consigue, siendo esta su mayor virtud y para un espectador de otras latitudes su mayor lastre, ya que lleva emparejada una cierta frialdad, al parecer consustancial a las gentes de aquellos países.
No estamos, como se puede entrever, ante una película para ir a pasar el rato ni menos para echar unas risas, sino ante un drama sólido que hace pensar y opinar al espectador, como ocurría en filmes como “Mar adentro” o “Amor”, por poner ejemplos más o menos recientes.
Se puede apreciar que en ningún momento se hace referencia alguna a la religión, lo que me parece muy significativo y que la diferencia notablemente del cine de Bergman, por si alguien piensa a priori que el tratamiento iba por ese camino.
Al tratarse de un filme “de personajes”, las interpretaciones son fundamentales. En ese aspecto brilla a mi modo de ver la presencia de Paprika Steen en el papel de la hija mayor. Esta actriz fue una de las musas del movimiento Dogma, vista en títulos como “Los idiotas” y “Celebración”. Curiosamente este último filme también trataba de una reunión familiar y su dureza no era ni mucho menos menor que la del que ahora nos llega.
Un título, pues, interesante aunque no recomendable para todo el mundo, sino para personas adultas. Y en otro sentido una muestra de que el verano va terminando y nos empiezan a llegar títulos más serios a nuestras pantallas.
FERNANDO GRACIA