Los Austrias contra los Fueros
Diego Medina Ruiz:/ Al morir Fernando II sin descendencia de Germana de Foix, la Corona de Aragón la heredó su hija Juana y a su vez sus descendientes. En la península ibérica empezaba a reinar la dinastía de los Austrias.
Los dos primeros Austrias eran monarcas modernos, hombres de su tiempo, y su visión absolutista era contraria al pactismo tradicional en Aragón (la Corona).Ademas, su política exterior era muy costosa y los gastos no se cubrían tan sólo con la plata americana y los impuestos castellanos.
Carlos I y sobretodo Felipe II chocaron mucho con los notables aragoneses, valencianos, mallorquines y catalanes que defendían con ahínco sus fueros y libertades frente a los abusos reales. Esas leyes limitaban el ejercicio de su poder tal cual como lo concebían e impedían recaudar dinero para sus guerras europeas. Felipe II se valió de tretas variadas para burlar aquellos fueros que limitaban su actuación, por ejemplo, hacía uso del tribunal de la Inquisición en cosas que no tenían nada que ver con la religión porque la foralidad no tenía nada que hacer frente a ella.
Por otro lado, el absentismo real tampoco ayudó mucho a que la clase dominante aragonesa tuviera buena impresión de ellos. Como reyes de tantos y heterogéneos territorios nunca tuvieron excesivo apego ni sentimiento de pertenencia por ninguno. Aragón era una posesión más que les venia heredada y punto. Con Carlos I se convocaron seis reuniones de las Cortes, con Felipe II tan sólo tres y Felipe III no convocó ninguna en todo su reinado.
A su vez, desde Aragón siempre se actuaba a la defensiva y con temor a que el rey obrase contra la foralidad y los privilegios. Cada disposición real se examinaba con lupa.
Situación previa a 1591
Sólo por la causa de Antonio Pérez no se levantan una ciudad y un reino. El desencuentro entre el monarca y los regnícolas aragoneses venía de antes y se fue haciendo cada vez más grande hasta estallar en 1591.
Fueron tres los conflictos que explican tal grado de tensión y que provocaron los sucesos en cuestión. El litigio con Albarracín y Teruel, el Condado de Ribagorza y el pleito del virrey extranjero. En todos, el monarca demostró claramente que su intención era de hacer valer su autoridad y su poder independientemente de la realidad foral.
- Teruel y Albarracin
Estas dos comunidades pertenecían a Aragón pero tenían una foralidad propia, herencia de su condición de Extremadura en la Edad Media y a imagen de otras como Daroca en Aragón o Cuenca en Castilla que lo fueron también.
El rey en cuestión quería imponer un representante real de carácter permanente alegando que al no regir los fueros aragoneses no eran Aragón y entonces podía ejercer allí su autoridad sin aquellas trabas forales estableciendo para ello un representante real de carácter permanente.
Sin embargo, según las leyes de las comunidades de Teruel y Albarracín, el rey también debía jurarlas y respetarlas al inicio de su mandado al igual que las aragonesas por lo que se opusieron continuamente a estos oficiales reales. Fernando II acabó claudicando y retirándolo pero Carlos I y Felipe II fueron más tenaces.
Ante los continuos abusos a las leyes, los habitantes de estas villas siguieron desobedeciendo a estos representantes y pidieron ayuda al Justicia. Éstos alegaban que puesto que allí no valían los fueros aragoneses tampoco podían disfrutar del amparo del Justicia, provocando así levantamientos y algaradas.
En 1544, el virrey de Aragón, Don Pedro de Luna actuó como mediador con Felipe II, entonces príncipe aún y se retiró al representante real (Juan Perez de Escamilla) pero dos años después volvió a poner a otro con idénticas consecuencias. En esta ocasión, (Cortes 1553) Teruel y Albarracín solicitaron ser considerados aragoneses de pleno derecho pero el príncipe se negó, puesto que sus intenciones eran otras bien distintas.
Ya como rey, Felipe II, siguió con los desafueros y falsas promesas, haciendo caso omiso y boicoteando las protestas del Justicia, sus oficiales abusando de la foralidad (que él había jurado respetar y defender) y empleó a su antojo el tribunal de la Inquisición. Mientras, el odio de la población aumentaba día tras día y año tras año y las revueltas eran numerosas.
Al final, la solución que empleó el rey fue mandar a su ejército a invadir Teruel y Albarracin. Las represiones fueron muy duras y la oposición terminó en 1585-86. Los turolenses primero y los albarricenses después se doblegaron y optaron por negociar directamente con el rey. En 1598, desaparecieron sus fueros y estas dos Comunidades pasaron a regirse por los Fueros de Aragón.