Francisco Javier Aguirre./ La Orquestra Filharmònica de la Universitat de València, el coro Amici Musicae del Auditorio, en sus secciones de adultos e infantil, con la participación de María de los Llanos, soprano, José Manuel Delicado, tenor, y Vicente Antequera, barítono, todos bajo la dirección de Hilari García Gázquez, interpretaron el domingo día 20 los conocidísimos ‘Carmina Burana’ de Carl Orff. Antes habían ofrecido el ‘Concierto para siete instrumentos de viento, timbales y cuerdas’ del compositor suizo Frank Martin, con notable entendimiento de los solistas instrumentales y destacada intervención de María Faubel a los timbales.
En la obra maestra de Orff, el coro Amici Musicae lució una vez más compenetración, rigor en los ataques y flexibilidad en la modulación. El centenar de voces adultas, unidas al medio centenar de las infantiles, confieren al conjunto un poderío impresionante. La orquesta y los solistas vocales lograron una ejecución digna de elogio, destacando el tenor por su equilibrio sonoro y el barítono en los pasajes cómicos del tracto ‘In taberna’. Fue muy expresiva la actuación del coro infantil en sus pasajes específicos de ‘Cours d’amours’, en los cuales la soprano aportó su dicción clara y refinada.
‘El Mesías’, de Haendel, fue interpretado el lunes 21 por el conjunto inglés Gabrieli Consort & Players, dirigido por Paul McCreesh, con Sarah Tynan, soprano, Tim Mead, alto, Stuart Jackson, tenor, y George Humphreys, bajo. Un comentario en profundidad agotaría todos los adjetivos, de manera que es suficiente con señalar que pocas veces se ha podido escuchar en Zaragoza un ‘Mesías’ tan minuciosamente interpretado, con tanto calor y tanta expresividad, al punto que el versículo cumbre de la obra, que a mi entender es el señalado como nº 23, en la segunda parte, ‘He was despised and rejected’, cantado por Tim Mead, produjo estremecimientos fuera de toda descripción.
Parece obligado referirse al ‘Hallelujah’ con que concluye la segunda parte, no la obra, que sin duda es el tema más popular del oratorio. Magníficamente interpretado, como el resto de la composición, contribuyó al entusiasmo del público que aplaudió de forma inusual a todos los intérpretes.
Francisco Javier Aguirre