ZBN./ Muy de vez en cuando, hay espectáculos que por su calidad artística quedan registrados en la memoria teatral de cada espectador. Celestina, es uno de ellos, ya sea por su estructura escénica o por la particularidad de sus protagonistas.
Muchos actores celebérrimos anhelan interpretar grandes papeles del otro sexo. Sarah Bernhardt protagonizó Hamlet en 1899; Blanca Portillo fue recientemente un Segismundo inolvidable; quién no recuerda a Ismael Merlo, interpretando a una Bernarda Alba hombruna en implacable.
En Celestina, el académico y director de escena José Luis Gómez se mete en el papel de Celestina en una impresionante caracterización y una brillante composición física sin amaneramientos, con un toque casi oriental, introspectivo y con una pronunciación muy estudiada cuyo personaje, sin disminuir su condición de taimada experta en el negocio del amor, dulcifica su perfil, convirtiéndolo en una viejecita untuosa y melindrosa que recuerda en algunos momentos a las interpretaciones, tal y como se ofrecían en el Siglo de Oro español.
Juan Goytisolo sostiene que La Celestina es el primer texto de su tiempo que se escribe sin la bóveda protectora de la divinidad. Las únicas leyes que rigen este universo son el poder del dinero y la soberanía del goce sexual. Sujetos a un egoísmo sin trabas, donde los valores consagrados devienen en asuntos mercantiles, los personajes de Celestina solo buscan la inmediatez del provecho.
Bajo este escenario entendemos que la tragicomedia de Fernando de Rojas tiene una terrible vigencia.
La Celestina hilvana una trama donde las costumbres, relaciones y sentimientos tienen igual importancia para todos –amos y criados, prostitutas y damas, alcahuetas y señores, hombres y mujeres– sin someter la profundidad humana a la condición social. Es una urdimbre urbana donde tensiones e intereses enredan el espacio público y el privado.
La Celestina encarna un mundo donde la moneda tiene dos caras: Pleberio y Celestina. Pleberio cree en el hombre de virtud, ley y razón. Celestina apuesta por el instinto y el egoísmo humano. La modernidad escénica estriba en hacer visible este doble gesto. Celestina es una obra que acontece en movimiento: callejeando, susurrando, dudando, haciendo. Para mostrar su dimensión basta que el director de escena sepa tejer voluntades con un hilado hechizado; basta que ese director se haga Celestina.
JOSÉ LUIS GÓMEZ
CELESTINA
De Fernando de Rojas.
DIRECTOR DEL MONTAJE: JOSÉ LUIS GÓMEZ
REPARTO
MARTA BELMONTE, DIANA BERNEDO, MIGUEL CUBERO, PALMIRA FERRER, JOSÉ LUIS GÓMEZ, CHETE LERA, NEREA MORENO, INMA NIETO, RAÚL PRIEGO, JOSÉ LUIS TORRIJO
DURACIÓN APROX. 2 HORAS y 35 MINUTOS
PÚBLICO RECOMENDADO: TODOS
Compañía: TEATRO DE LA ABADÍA EN COPRODUCCIÓN CON LA CNTC
Funciones:
VIERNES, 20 DE MAYO A LAS 20,30 HORAS
SÁBADO, 21 DE MAYO A LAS 20,30 HORAS
DOMINGO, 22 DE MAYO A LAS 18,30 HORAS