Fernando Gracia./ El asesinato de León Trotsky a manos del español Ramón Mercader ya ha sido tratado anteriormente por el cine. Nada menos que Joseph Losey abordó el tema, dirigiendo a Richard Burton y Alain Delon en los papeles de víctima y verdugo. De entrada diré que la película que ahora se estrena, “El elegido”, dirigida por Antonio Chavarrías, me ha parecido más lograda que la del americano, aunque haya quien se rasgue las vestiduras por la opinión.
También nos llegó esta historia en forma de documental cuando López Linares y Javier Rioyo dirigieron “Asaltar los cielos”, excelente y muy bien documentado trabajo. Y por si fuera poco no hace mucho el flamante premio Princesa de Asturias de las letras Leonardo Padura publicó su excelente novela “El hombre que amaba a los perros”, que aborda el asunto en una historia contada en tres tiempos.
Por pura coincidencia el estreno de la nueva película me ha pillado leyendo el libro del cubano –y perdonen esta referencia tan personal- por lo que he ido a ver con mucho interés el filme de Chavarrías, director de escasa carrera y aún más escasos éxitos. Un director que, tras el batacazo recibido por “Las vidas de Celia”, que salió sentenciada del Festival de San Sebastián –estaba un servidor presente, y perdonen nuevamente la referencia personal- no había vuelto a ponerse tras la cámara.
Pero hete aquí que responsabilizándose del guion y poniendo también sus dineros se ha arriesgado con una historia narrada en clave de thriller, bien llevada y bastante bien documentada, que debería gustar a los aficionados a la Historia y que no vendría mal sirviera a muchos otros que a lo peor no tienen mucha idea de los asuntos de los que allí se habla.
Centrada en la personalidad de ese hombre que se pasó casi toda su vida mintiendo, que purgó con veinte años de cárcel el asesinato, y que recibió los máximos honores en la Unión Soviética y que acabó con el fundador del Ejército Rojo, enemigo declarado de Stalin, narra el proceso de su elección y la trama urdida para acercarse al viejo y receloso político. Una trama donde, como no podía ser de otra manera, hubo una mujer.
Pero hay otro personaje fundamental en la película, su madre. Caridad Mercader –tras casarse con un rico industrial al que le fue infiel con asiduidad, adoptó su apellido- fue una mujer de armas tomar y en la película toma el cuerpo de Elvira Mínguez, quien luce esa cara de mujer dura que tan bien se le suele dar.
El filme no goza de presupuesto elevado, pero lo suple con habilidad, resultando bastante lograda la ambientación simplemente con cuatro detalles. Muy bien resueltas las secuencias de interior y un poquito más pobres las exteriores, pero suficientes.
La película es interesante y merece ser recomendada sobre todo por lo que cuenta, sin que sea desdeñable la forma en que lo hace. Tiene una historia que narrar, ya de por sí novelesca, aunque ya se sabe que la realidad suele superar a la ficción, y se lanza a contarla con oficio y sobriedad. Suficiente.
Y con actores competentes. El apuesto Ramón Mercader es Alfonso Herrera, al parecer muy popular en su país, México. Cumple con buena nota y resulta creíble. No se olvide que su papel lo representó hace casi cuatro décadas Alain Delon, porque debe ser un hombre que guste a las mujeres, como parece ser ocurría con el catalán. Que, por cierto, era primo de María Mercader, la segunda esposa de Vittorio de Sica, y también muy hermosa.
Julian Sands, conocido actor de reparto británico, compone un inquietante miembro del Partido comunista, mientras que el rol de Trotsky recae en su compatriota Henry Goodman, reputado actor teatral, considerado como uno de los mejores Shylocks vivos, papel shakespeariano por el que fue reconocido en su país. Bien caracterizado resulta un convincente Liev Davinovich, nombre auténtico del hombre que fue fundamental para el triunfo de la revolución bolchevique.
Si les gusta la historia del siglo XX, no se la pierdan.
FERNANDO GRACIA