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La mentira

Cartel de ‘La mentira’.

Francisco Javier Aguirre. Claudio Tolcachir ha dirigido el pasado fin de semana en el Teatro Principal la comedia de Florián Zeller La mentira, protagonizada por Carlos Hipólito, Natalia Millán, Armando del Río y Mapi Sagaseta. Un asunto tan cotidiano, tan universal y tan vidrioso da para mucho. Mucho que reír y bastante que pensar. La mentira es una realidad instalada en la propia naturaleza humana, fruto de la reflexión, la conveniencia y el cálculo.

Se suele decir que de la boca de los niños y los locos sale la verdad. Eso nos lleva a preguntarnos si la mentira es algo consustancial al ser humano o un una calamidad aprendida. El tema es complejo. Si los niños no mienten de entrada, la conclusión es que aprenden a hacerlo. ¿Es la educación, la cultura, el contacto con los adultos… el vehículo de ese aprendizaje?

La realidad es que el ejercicio de la mentira se practica en todos los ámbitos, los públicos y los privados. Incluso es una premisa legal, porque nadie está obligado a acusarse a sí mismo en un procedimiento judicial. Es decir, que se cuenta con la mentira como moneda de cambio al tratar de esclarecer una verdad.

Si lo anterior es cierto en términos judiciales y generales, uno de los núcleos donde la mentira tiene más vigencia es la familia. Dentro de ella pueden existir mentiras por varias causas, por ejemplo las convivenciales. Es de lo que trata la comedia de Zeller.

Construida en un proceso envolvente, cada vez más amplio, con un final vertiginoso y bastante previsible, plantea un asunto delicado: la infidelidad conyugal y sus derivaciones. Un texto brillante, unos diálogos incisivos, unos actores implicados y una escenografía efectista dan como resultado hora y media de risas y un tiempo posterior e indefinido de reflexión sobre la esencia de la verdad, sobre la confianza en la pareja, sobre el alcance de la amistad y sobre nuestra condición psicológica, como seres dotados para el disimulo.

Las preguntas se hacen sobre el escenario, pero pueden trasladarse a la órbita particular: ¿Mentir puede ser un acto de amor? ¿Es conveniente y oportuno ser totalmente sinceros? ¿Puede uno decir la verdad en cualquier circunstancia?

Amparada en la voz de la comedia está el drama de la condición humana. Para sobrevivir a ciertas circunstancias adversas hay que mentir. En la política, en el trabajo, en la familia, en la pareja… una mentira a tiempo puede salvar la situación y mantener la concordia. Es cuestión de elegir.

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