Redacción. La Confederación Hidrográfica del Ebro (Ministerio para la Transición Ecológica) ha continuado en 2019 los trabajos de la restauración y mantenimiento de tres humedales en la provincia de Zaragoza. En «Ojos de Pontil», en Rueda de Jalón, se está ampliando la zona visitable, además de mejorar la conectividad de la red de senderos interiores; en la Balsa del Cascarro, en Pastriz, se ha finalizado la recuperación del vaso que se encontraba prácticamente colmatado y en la Balsa de Larralde, en Garrapinillos, se interviene para sanear la vegetación y tratar los elementos de madera del sendero y del observatorio de aves para su conservación.
Estos proyectos se integran en las actuaciones de conservación de humedales que el Organismo desarrolla en toda la Cuenca y su objetivo es establecer una dinámica de recuperación y acondicionamiento integral que favorezca la implantación de especies propias de sus hábitats, además de devolver a estos espacios la máxima naturalidad y asegurar su conservación.
Ojos de Pontil
El proyecto de restauración ecológica de este importante humedal incluye ampliar el vaso del Ojo de la Higuera y limpiar su canal de desagüe, dejando a la vista algunos manantiales ahora inaccesibles; mejoras de la cobertura vegetal mediante plantaciones, podas selectivas y talas de los olmos enfermos, que se sustituirán por otros resistentes a la grafiosis.
Además, para mejorar la accesibilidad se creará un nuevo sendero que dará acceso a un observatorio y a una nueva ruta circular en la zona del denominado Nuevo Ojo.
El Espacio Natural conocido como “Ojos de Pontil” es un importante humedal de gran valor ecológico y paisajístico. Se trata de un manantial formado por un conjunto de “ojos” o surgencias de características muy constantes (22,4º de temperatura y 400 l/s de caudal), rodeados de una zona húmeda con vegetación palustre.
En este humedal, el Organismo de Cuenca ha realizado desde 2006 acciones de restauración y protección dirigidas a su mejora integral, en las que se han invertido 260.000 euros.
Balsas de Larralde y El Cascarro
La Balsa del Cascarro, en el Galacho de la Alfranca, es un humedal de origen artificial que se encontraba colmatado debido al aporte de sedimentos por las crecidas del Ebro y la proliferación de vegetación sobre los mismos.
Los trabajos para recuperar la lámina de agua están prácticamente finalizados y han consistido en la retirada del exceso de sedimentos del fondo del humedal y en la construcción de una playa artificial en la zona oeste, formando un pequeño hábitat para las aves acuáticas.
En la Balsa de Larralde, el Organismo está realizando diversos trabajos de saneamiento, así como quemas controladas de carrizal y la apertura de una banda cortafuegos. También desbroces selectivos en la orilla este, para favorecer la conservación de la Gnaphalium luteo-album, una especie interesante por su escasez en Aragón y tratamientos para la conservación de los elementos de madera del sendero y del observatorio de aves.
La Balsa de Larralde es un humedal artificial, con una superficie de inundación de 3,4 hectáreas, que se ha convertido en destacado refugio de flora y fauna autóctona. La CHE inició en 1995 un programa de conservación de este espacio por su carácter patrimonial al ser fruto de las excavaciones que se realizaron en el propio Canal Imperial.