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60 alumnos en un año, primer balance de la Escuela de Videojuegos de Zaragoza

La Escuela de Videojuegos de Zaragoza reúne a más de 60 jóvenes

Redacción. Más de sesenta jóvenes han aprendido a competir en equipo en la escuela pública de videojuegos de Zaragoza en su primer año de vida, un tiempo en el que pese a la pandemia no ha dejado de funcionar con entrenamientos semanales y torneos a nivel nacional. Recogida en un espacio de la Casa de Juventud Delicias, la Cierzo Esports Academy, la primera pública y municipal de estas características en España, ha funcionado durante este año como cualquier escuela de idiomas o club deportivo.

Los alumnos, divididos en grupos, tienen dos entrenamientos semanales con cinco profesionales que les acompañan en todo el proceso de aprendizaje. Las asignaturas, en esta ocasión, son bien conocidas por los seguidores de los e-sports: Fornite, League of Legends, Brawl Stars y Rocket League, que fueron seleccionados por la demanda juvenil o la edad recomendada, entre otros criterios. Estas clases se estaban impartiendo de forma presencial pero, a partir de marzo, pasaron a ser telemáticas debido a la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus.

La dinámica es similar a la que se utiliza en cualquier otro deporte. Durante estas sesiones, se hacen ejercicios mecánicos de calentamiento, actividades individuales y colectivas, se analizan partidas para aprender de los fallos, incluso la forma de jugar de los rivales, se preparan enfrentamientos y hay también, como en cualquier disciplina deportiva, partidos amistosos.

Pero el aprendizaje no se queda sólo ahí, porque controlar un videojuego requiere práctica, mucha, pero también una gran dosis de comunicación, empatía, perseverancia y trabajo en equipo. Al final, la escuela es una herramienta para la «educación en valores» porque «no es lo mismo jugar un videojuego que formar parte de un equipo de e-ports vinculado a la competición y, por tanto, al trabajo en equipo», ha subrayado Roberto Moneo, director de esta escuela impulsada por el Servicio de Juventud del Ayuntamiento.

Esa coordinación obliga a los jóvenes a relacionarse y a gestionar el estrés, la frustración o las emociones, y lo que es más importante, a aprender a competir de «una forma sana», ha comentado Moneo. Él, junto al resto de entrenadores, han seguido de cerca la evolución de los alumnos y los han acompañado en las competiciones, torneos o desafíos nacionales.

Alumnado

En la academia hay inscritos actualmente un total de 44 jóvenes, pero a lo largo de este año han sido más de 60 los que han asistido de forma regular a las clases. El interés por esta oferta formativa superó las primeras expectativas desde el comienzo, ya que fueron más de 150 los aspirantes que se presentaron a conseguir una de estas plazas.

El perfil de este alumno es el de un chico joven de entre 12 y 26 años, en un grupo donde las chicas son minoría. De momento sólo hay seis, pero existe en la escuela el empeño de que sean muchas más y, para ello, se está haciendo un esfuerzo por «feminizarla» mediante un labor en redes sociales.

«Poco a poco se han ido uniendo más alumnas a la escuela y seguimos trabajando en esa línea. Somos conscientes de que es una tarea compleja, pero el objetivo de crear un espacio de respeto entre personas jóvenes sin importar género, procedencia u orientación sexual se ha logrado», ha indicado.

Nuevo formación para casters

A esos 60 alumnos hay que sumar los más de 1.000 gamers que han participado en las competiciones y desafíos organizados por la academia a lo largo de este año, como las 12 Lunas Cup, y que conforman la «comunidad de Cierzo Esports Academy» que no ha parado de crecer. Quieren seguir esta senda el próximo año y, por eso, este mes de diciembre saldrán nuevas plazas para renovar parte de los actuales equipos y se creará una nueva línea de formación orientada a los llamados casters, término por el que se conoce a los los tradicionales comentaristas de los deportes en el mundo de los e-sports, y a la creación de contenidos para que los propios jóvenes sean, en palabras de Moneo, generadores de ocio para otros jóvenes.

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