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Ciertamente largo

Imagen de la película.

Fernando Gracia. Acudo al cine con expectativas ante comentarios laudatorios que me llegan y con la curiosidad de ver una película con las gafas de 3D. Como quiera que esta variante suele ofrecerse en blockbusters a base de monstruos, catástrofes y similares, y ya estoy mayor para tales productos, tenía curiosidad por saber por qué un filme que se presume minoritario y de vocación “arty” se debe ver con esos incómodos aparatos.

Al poco de empezar empiezo a darme cuenta que apenas me entero de qué va la cosa. Pongo interés y me esfuerzo pero pasada la media hora llego a la conclusión de que difícilmente voy a entrar en la propuesta. El director mueve muy bien la cámara, la fotografía y el color están bien, la música es interesante y por momentos pegadiza, pero de qué va la trama –suponiendo que el director haya querido contar algo, que casi lo dudo-.

Al principio no hay que ponerse las gafas. Hay que hacerlo a partir del momento en el que el protagonista entra en un cine y se las pone. Es como si entonces comenzara otra película. ¿Un sueño? Parece ser que sí. El problema es que para esas alturas –ya llevamos casi hora y cuarto y aún resta otra horita- servidor se ha desentendido del tema y solo se entretiene con la belleza de algunas imágenes y el virtuosismo de algunos planos gracias al juguetito que representa lo de las tres dimensiones.

Y servidor llega a la conclusión –muy personal, quede claro- que este joven director, Bi Gan, de solo 30 años, domina muy bien la cámara y lo demás le trae sin cuidado, por mucho que parezca que en el fondo de todo hay algo así como una historia de amor, con momentos tirando a cursis por mucho que los adorne, y que en definitivas cuentas la forma se come al fondo. A quien esto le baste, perfecto. No hay nada que objetar. No es mi caso. Y por lo que colegí a mi alrededor lo de mis compañeros de sesión.

No faltan quienes han aplaudido la propuesta, cual nuevo renovador del cine. Puede que sea verdad y la vetustez de quien suscribe no esté capacitada para conectar con la misma. De la misma forma que opino que buena parte de los defensores lo van a ser lisa y llanamente por simple esnobismo, y ruego se me perdone de antemano la posible dureza de la opinión.

Técnicamente, repito, muy bien. ¿Y de lo demás? Más vale no comentar. Pero bueno, a lo peor es que servidor no tenía buen día.

Otra cosa: lástima de bello título, por otra parte ya utilizado hace décadas por Eugene O´Neill para una obra de teatro, que por cierto no hace mucho vimos bordar sobre el escenario de nuestro primer coliseo a Mario Gas y Vicky Peña.

Ojo, no digo que no la vean. Allá Vds.

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