Redacción. Israel Galván llenará el Museo de Zaragoza de danza, el próximo 21 de agosto, con el espectáculo ‘La edad de oro’. La cara oculta o mejor, el rostro completo de un baile que quiere ser clásico y que con Israel se muestra en todo su esplendor, verdadero y barroco.
En el flamenco, como en todas las artes, historiadores, especialistas y críticos han ido definiendo progresivamente unos periodos de referencia a los que han llamado La Edad de Oro. La Edad de Oro del flamenco corresponde al periodo que va del último tercio del siglo XIX al primer tercio del siglo XX. Esta Edad de Oro se refiere principalmente al cante y al baile, ya que la guitarra tardaría aún muchos años en desarrollar su auténtica valía.
Apogeo del flamenco
Desde este punto de vista ningún cantaor o bailaor de hoy, salvo casos excepcionales, podría igualar en calidad, pureza y creatividad, a aquellos que, llevando el flamenco a su apogeo, han firmado esta Edad de Oro. Habría, desde entonces, un declive de los cánones formales del arte flamenco tal y como quedó establecido en esa época dorada.
Empobrecimiento, simplificación, mestizajes y fusiones, así como pérdida de contenidos, de sentido y del espíritu que animaba a este arte. Con José Valencia, cantaor que atesora con mimo los cantes de las épocas doradas, y Alfredo Lagos de Jerez, tierra natal del flamenco, Israel Galván se amarra a las referencias buscando la aproximación a los cánones, para tirar la edad en provecho del oro, el oro del tiempo presente que se muestra ante nuestros ojos, ante nuestros sentido.
Eclipse y juego de tiempos
Hablamos del baile de Israel Galván no como de un tiempo nuevo, sino de la exposición de nuevos aspectos del baile que provienen desde el fondo de los tiempos. Cada movimiento, cada gesto es repetido en esta edad de oro por Israel Galván
Pero todas estas referencias quedan debajo. No debemos perderlas de vista, pero se encuentran eclipsadas. Lo que brilla en el escenario es una referencia al tiempo, a los tiempos complejos del maridaje del toque, el cante y el baile flamencos. Simplemente eso. Un juego de tiempos en una sesión de factura clara, luminosa, resplandeciente.Una guitarra, la garganta de José Valencia y los pies de Israel Galván. Sólo les digo que no pierdan de vista las sombras, la edad de oro fue siempre una época de espejismos y trampantojos